Claes Oldenburg Vitrina pastelera I (Pastry Case I), 1961–62. Esculturas de yeso pintadas sobre platos de cerámica y fuente y copas de metal en vitrina de cristal y metal. Cortesía MoMa, Nueva York / The Sidney and Harriet Janis Collection, 1967. © Claes Oldenburg
El museo Guggenheim Bilbao continúa con las celebraciones de su XV aniversario sumando a su excelente programación expositiva un nuevo éxito: recuperar al Claes Oldenburg de los años sesenta. Artecontexto participa junto a otros diez bloggers procedentes de Italia, Francia y diferentes lugares de España en una preview de la exposición dedicada al pionero del Pop Art que podrá verse en Bilbao hasta el 17 de febrero. Este vídeo de nuestra visita resume la experiencia que nos permitió conocer de primera mano las fuentes de inspiración del Oldenburg más genuino
La extensa muestra Claes Oldenburg: Los años sesenta, comisariada por el conservador del mumok de Viena, Achim Hochdörfer, y patrocinada por la Fundación BBVA, recoge doscientas sesenta obras que viajarán con posterioridad al Museo de Arte Moderno de Nueva York y al Walker Art Center de Mineápolis. Aunque conocido internacionalmente por sus proyectos de arte público, gigantescos objetos cotidianos realizados en colaboración con su esposa, la escultora y crítica Coosje van Bruggen, la obra de Oldenburg posee un germen callejero. Cartón, alambre y papel de periódico entre otros materiales modestos construyen las piezas de la instalación que abre la muestra, La Calle (The Street, 1960). Los comienzos siempre son esclarecedores y en este caso, lo que demuestran estas primeras obras de Oldenburg es que la acidez y la crítica social ya estaban presentes mucho antes de que sus obras encajaran con los parámetros del Pop Art. No sucede así con la pulcritud de los acabados brillantes y facturas impecables que surgen a medida que Oldenburg consolida su carrera artística a nivel internacional.
A partir de 1963, Oldenburg fija su atención en los objetos cotidianos presentes en los hogares americanos dando lugar a las versiones blandas, duras, gigantes o fantasmas de un mismo objeto. Esta panorámica de la obra temprana del artista permite además destacar otro factor común a su trabajo: la dimensión sexual de sus obras. Algunas veces de manera tan evidente que provoca la carcajada como en Lápiz de labios (ascendente) sobre vehículo oruga, 1969 del que en esta exposición se puede ver una maqueta y varios dibujos, o de manera más soterrada como en varios de sus enchufes e interruptores.
El comisariado de la muestra ha sido especialmente cuidadoso en la alternancia entre acto y potencia, es decir, entre obras finalizadas y dibujos y maquetas de obras posibles o incluso recortes de prensa que Oldenburg guardaba como material de inspiración. Se da así al visitante la posibilidad de leer la mente de Oldenburg, en el sentido de percibir sus intereses respecto al volumen, la forma o el color, detectar cuáles son los objetos con más pregnancia para el artista y descubrir la ironía escondida en algunas de las imágenes que recortó y guardó durante años. El culmen empático entre espectador y artista se da en la última parte del recorrido, donde se encuentra el Museo Ratón y el Ala de las Pistolas de rayos, estructuras transitables dentro de las cuales se encuentran cientos de objetos de pequeño tamaño coleccionados por el artista durante décadas. Un conocimiento profuso de Claes Oldenburg exige el paso por el Museo Ratón. Creado en 1972 para la Documenta 5 de Kassel, constituye un punto de inflexión en su trayectoria tras el que su obra se abriría definitivamente hacia lo público.
Simultánea a esta exposición, el visitante encuentra hasta el 6 de enero de 2013 la muestra dedicada a Egon Schiele. Las impactantes formas ondulantes del edificio de Frank Gehry quedan contenidas bajo la luz tenue de tres íntimas salas en las que se exponen algunas de las mejores obras sobre papel que Schiele realizó en sus veintiocho años de vida. Desde su Autorretrato de 1906 hasta el retrato La madre del artista de 1918 la intensidad de la línea del artista austriaco no decae ni un segundo. Entre el centenar de obras expuestas se encuentran algunos de sus dibujos eróticos más impactantes, representaciones de la carne macilenta y la represión sexual. Los gigantes ojos, labios carnosos y rojeces de la piel de sus retratados se expresan por sí mismos bajo el erotismo consciente de la muerte del que hablaba Bataille. Un expresionismo exhibicionista que se extiende a sus representaciones de flores, barcos y edificios presentes en la muestra junto a los retratos fotográficos del artista realizados por Johannes Fischer y Anton Josef Tr?ka. En ellos aparece una dimensión performática que se descubre también en obras como Autorretrato tirando del párpado hacia debajo, 1910 o Redención (Erlösung), 1913. Esta selección de obras procede en su totalidad del Museo Albertina de Viena, una referencia (junto con el Museo Leopold también de Viena) en cuanto a obra de este artista y también a la de su maestro, Gustav Klimt.
Si se desea continuar la visita por el museo, se puede ver la exposición Arquitectura Habitada, una muestra con piezas de la colección del Guggeheim de los artistas Doris Salcedo, Mona Hatoum, Pello Irazu, Cristina Iglesias y Liam Gillick. De este último se expone la obra Como te vas a comportar? Un gato de cocina habla (How Are You Going to Behave? A Kitchen Cat Speaks) (2009) que representó a Alemania en la Bienal de Venecia de 2009. Otra opción es disfrutar de la alta cocina sin salir del museo. El restaurante Nerua, cuya cocina dirige el chef Josean Alija, tiene una estrella Michelin. O, si se prefiere, entre la austeridad y el dispendio se encuentra el Bistró Guggenheim Bilbao, una alternativa excelente para completar una jornada redonda.
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