El “Mar del Pirineo” de Ibon Aranberri es el negativo de un paisaje impuesto. Una maqueta monumental del pantano de Yesa y su entorno pero vuelta del revés. Como dijo Nuria Enguita respecto a este artista, el desorden y la perturbación son parte de sus herramientas. La superficie del agua se nos presenta en primer término, y las laderas que lo circundan retroceden desde allí, siguiendo el esquema de las curvas de nivel. Se reconvierte así lo que solía llamarse cartografía física en política. También se cambia la perspectiva convencional, porque la maqueta no se ofrece sobre un plano horizontal, simulando la vista de pájaro, sino que se presenta contra la pared, troceada en seis secciones que funcionan como estelas, con algo entre viejo monumento conmemorativo y escultura de Ulrich Rückriem. Este descuartizamiento tal vez podamos relacionarlo además con otros trabajos de Aranberri, también relacionados con el impacto de las grandes obras públicas sobre el territorio, como el que presentó en su día en Silos, relacionado con el hipócrita rescate piedra a piedra de iglesias que pudieron quedar sumergidas.
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