Liliana Porter
Narraciones, estilos y escaparates de lujo en un contexto mítico
Los eventos paralelos repartidos por la ciudad, que parecen moverse en una dirección muy distinta a la defendida por Christine Macel, es decir, buscan narrativas y ficciones. No obstante, esto no nos sitúa necesariamente frente a un arte que sea interpretación de su momento, a no ser que pensemos que este tiempo está marcado por la fatuidad y el espectáculo. En cualquier caso, es mucho y variado lo que hallamos.
Si la propuesta principal de esta bienal cae en lo anodino con facilidad, en el casco histórico de Venecia todo se vuelve esplendor, quizás falso, hijo del mito, pero no por ello dejan de detectarse ciertos agotamientos. Por ejemplo, Axel Vervoordt en Palazzo Fortuny, viene dejándonos maravillosas exposiciones en uno de los palacios más bellos de Venecia, creando vínculos y diálogos por encima de los siglos, con momentos gloriosos como hace doce años o la culta y prodigiosa Proportio hace dos años. Sin duda, volverá a fascinar a aquel que vea este experimento por primera vez, pero Intuition termina por revelar más estertores que líneas para futuros desarrollos. El primer piso en medio de los restos del pintor español sigue siendo deslumbrante –cómo no serlo en este escenario– pero no se hila discurso alguno al final, buscando más el efecto que la atmósfera de conjunto. Está claro que no es lo mismo plantear la medida del mundo a partir del cuerpo humano partiendo de la “anatomía” de Andrea Vesalio, como ocurría en Proportio, que iniciar citando a Paulo Coelho. Sin duda, tienen que replantear el proyecto.
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