Revista digital de cultura
y arte contemporáneo

ARTÍCULOS

martes, 26 de junio de 2018
Crear lugares donde el pensamiento pueda crecer.
16ª Bienal de arquitectura de Venecia
Por: Pedro Medina
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FREESPACE: DEL MANIFIESTO AL LUGAR
«El manifiesto es el síntoma de un inconsciente político (…) en virtud del contraste con el sistema». Estas palabras de Jean-François Lyotard sirven para marcar el punto de partida de una bienal cuya premisa es el manifiesto creado por las comisarias, Yvonne Farrel y Shelley McNamara, del estudio dublinés Grafton Architects, que indica su carácterpropositivo, aunque en un primer momentono sea muy evidente.

En efecto, esta bienal no es grandilocuente y se descubre poco a poco, no siendo los casos expuestos pruebas para una tesis, sino que tenemos principios que son más bien un acicate para pensar las derivas de la arquitectura actual e incluso el sentido de la propia bienal.

El inicio del manifiesto da una prueba de su carácter: «FREESPACE representa la generosidad de espíritu y el sentido de humanidad que la arquitectura pone en el centro de su propia agenda, concentrando la atención en la calidad misma del espacio». Esta es un aperturaquizás vaga y cándida, pero que permitecreer en una arquitectura que dona nuevos espacios libres, favoreciendo una poética del espacio para revalorizar con optimismo una disciplina generadora de oportunidades. Todo elloenfatiza el valor cultural de la arquitectura y su importancia en la «coreografía de la vida cotidiana». Asimismo, llama la atención que aparezca la Tierra como cliente, sin caer por ello en un discurso en exceso ideologizado, simplemente es una de las premisas que el sentido común demanda.

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Entrada de Pedro Medina
martes, 5 de junio de 2018
Hicham Gardaf. "La pelouse est mon dernier refuge"
Galerie Delacroix. Tánger
Por: Alejandro Ratia
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Las afueras son un territorio poético y político. Pasolini situó la acción de sus “Muchachos de la calle” en el anillo que rodeaba Roma y que servía de confusa frontera entre la ciudad y la campiña. En una de las escenas de “Accattone”, un edificio aislado, huérfano, adelanta hacia el espectador una pared sin puertas o ventanas, que paradójicamente parece observar la escena que se desarrolla a sus pies. Las viejas ciudades, amuralladas y dotadas de puertas, se ven trascendidas y los límites transformados en un espacio confuso, donde las nuevas construcciones compiten con las ruinas, las promociones pendientes de entregar, conviven con los habitáculos precarios que ocupan los desheredados, arquitecturas agrarias o industriales fuera de uso, proyectos urbanísticos fracasados. Los fenómenos que pudieron darse en Italia o España durante el desarrollismo, se reproducen en ciudades como Tánger, cuya economía se asegura que crece en porcentajes inauditos de dos dígitos, atrayendo hacia ella un flujo migratorio difícil de controlar e invitando a la especulación inmobiliaria galopante. A ello se une en Marruecos cierta tendencia a instalarse en la precariedad, en edificios que quedan sin afinarse en sus detalles, o la desafección del emigrante, llegado de un entorno rural, por un lugar que no es el suyo exactamente, por una identidad que encuentra difícilmente un asidero.

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Entrada de Alejandro Ratia
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