El arquitecto y el hombre moderno siempre han escapado del silencio en busca de lo universal, demostrando cierta nostalgia por un “habitar armonioso”, es decir, están abocados a la búsqueda de un lugar seguro, de una intimidad confortable, como utopía de “transparencia”, donde la armonía del adquirir una residencia, una casa, se cumpla mostrándose con claridad.
Este sentimiento de nostalgia no puede sino entenderse en relación con la asunción de vivir en la era de la máquina, que afecta a todas las formas de vida y –cómo no– al Movimiento Moderno en arquitectura. Esta afirmación no extraña si recordamos cómo el joven Le Corbusier ya describió Berlín como una gran “máquina”, cuya brutalidad debía asumir para ser contemporáneo. Son estas las circunstancias de un movimiento que no es sino fruto de un siglo terrible que también fue capaz de soñar utopías.
Son precisamente estos frutos de una imaginación positiva lo que recoge, como momento gozoso e internacional, RE: COLECCIÓN, una exposición que muestra la selección realizada por Inés Caballero de la colección de postales de arquitectura del siglo XX del arquitecto Rafael Cazorla. Gracias a estas postales podemos observar las derivas internacionales del Movimiento Moderno, particulares ecos que adoptan influencias locales, si bien mantienen las características principales de esta corriente, como la simplificación de formas, presentando cómo estas confluencias hacen de esta tendencia universal un lenguaje más rico, lo que aumenta los matices y la complejidad de un lenguaje que alcanza paisajes significativamente diversos.
Leer más...Vista de la exposición
Entre las propuestas de los jóvenes comisarios seleccionados en la última convocatoria de Inéditos, llama la atención PEOPLE HAVE DE THE POWER, que, comisariada por Luisa Espino, es una de las tres exposiciones que se presentan en La Casa Encendida.
El espacio público, que históricamente ha sido el lugar de la convivencia y la socialización, se convierte progresivamente en un espacio para el tránsito acelerado, invadido por los soportes publicitarios y los reclamos al consumo. Sin embargo el ciudadano se resiste a perder su derecho a disfrutarlo y administrar su uso de formas diferentes a las que impone la sociedad de mercado a la búsqueda, siempre, de rentabilidad económica. Y es en momentos de hartazgo, como los que vivimos, cuando la gente toma la calle no tanto para “invadirla” sino para vivirla desde un sentimiento de comunidad. Esta exposición habla precisamente de la gente y la calle, y de cómo determinadas prácticas artísticas llevan décadas interviniendo junto a los movimientos sociales en este territorio. Ante un tema de semejante amplitud, Espino ha acotado su análisis mediante una cartesiana categorización: actores, mensajes y escenario.
Leer más...Francesca Woodman Self Portrait Talking to Vince, 1975–78.
Una de las más interesantes exposiciones que se pueden ver ahora en Madrid la encontramos en el Círculo de Bellas Artes, patrocinada por la Fundación Banco de Santander, su título: MUJER. La vanguardia feminista en los años 70. Obras de la SAMMLUNG VERBUND de Viena.
Siendo el cuerpo el tema de esta edición de PhotoEspaña, la 16ª –tercera y última que dirige Gerardo Mosquera– resulta de lo más oportuno revisar cómo el pensamiento feminista se planteó, entre sus más urgentes tareas, producir un contradiscurso de la representación de “la mujer” y “lo femenino”. Esta colección, que llega de Viena, fue creada hace apenas nueve años y ha logrado reunir un buen número de obras capitales de aquellas pioneras. Uno de los atractivos de la muestra es la reunión de artistas y piezas sobradamente conocidas junta a otras que lo son mucho menos, incluso aparecen obras y autoras escasamente difundidas.
Shirin Neshat, Rapture Series, 1999, Foto Larry Barns, Cortesía de Jérôme de Noirmont, París © Shirin Neshat
Desde que a mediados de los años 90 irrumpiera en la escena internacional con sus rotundas imágenes en blanco y negro –pertenecientes a la extensa serie “Mujeres de Alah”– y de que fuera catapultada definitivamente con la concesión del León de Oro en la Bienal de Venecia de 1999, la obra de la iraní Shirin Neshat no ha hecho sino ahondar en la tradición, los ritos, la literatura de su país de origen para cuestionar y denunciar el dominio sobre las mujeres y su invisibilidad para la vida pública, la segregación de hombres y mujeres, o la falta de libertades individuales y colectivas que el radicalismo religioso reivindica e impone.
Perteneciente a una familia de tradición laica y formada en una escuela católica, Neshat deja Irán en 1974, cuanto todavía gobierna el Sha, y marcha a Estados Unidos para realizar estudios superiores, primero en Los Ángeles y luego San Francisco. Solo volverá a visitar su país 16 años después para encontrase con una situación política y social que, tras más de una década de Revolución Islámica, choca frontalmente con su forma de entender el mundo. Así, entre el horror y la fascinación –como ella misma ha señalado–, aquel impacto marcaría de manera definitiva su trabajo posterior.
Leer más...