Vista de la exposición.
Fantasía
«Cada uno conoce un Munari diferente». Con estas palabras Paolo Fossati lo presentaba en el libro Codice ovvio (Código obvio, 1971). En efecto, hoy en día palabras como “interdisciplinar” o “multidisciplinar” están en boca de todos –y en la práctica de casi ninguno–, sin embargo, este artista milanés encarna el tránsito por distintos campos profesionales como pocos. Por ello, es de esas figuras que a veces genera perplejidad, acostumbrados como estamos a percibir a cada nuevo personaje enmarcado en una categoría o campo disciplinar único.
De ahí que uno de los acercamientos más comunes a Bruno Munari sea a través de su Artista e designer (Artista y diseñador, 1971), una referencia clásica para enfatizar las diferencias entre el diseñador y el artista desde un punto de vista metodológico; aunque el tipo de artista del que se separa sea el “artista romántico”. De modo muy sintético, esa distancia –en aquel entonces– era descrita en los siguientes términos: el diseñador trabaja en grupo, no tiene estilo, resuelve problemas, inventando soluciones neutras y anónimas, y no produce obras de arte sino objetos funcionales, a través de un método específico dentro de un sistema objetivo.
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