Conocí a Boltanski en 2009. Seguramente no era el mismo Boltanski que reunió los objetos de “Reconstitución d'un accident qui ne m'a pas encore arrivé et où j'ai trouvé la mort”. En esta obra de 1969, un joven artista creaba falsos documentos y falsas fotografías del lugar de un percance en el que, supuestamente, había perdido la vida. Un carnet sanitario, la fotografía del accidente, un dossier parecido a una investigación policial o a la pesquisa de una aseguradora.
Leer más...La moderna concepción de la filosofía como un sistema siempre novedoso, ha obligado al pensamiento contemporáneo a priorizar la originalidad, a buscar siempre el desplazamiento. Para los antiguos estoicos, sin embargo, la filosofía era una práctica, un modo de vida construido a diario, la repetición de un dogma afianzado a lo largo de un profundo análisis personal, de duro entrenamiento cotidiano de acuerdo a los anteriores logros de los representantes de una escuela a la que, desde la libertad de juicio, se adherían con todas las consecuencias. La supervivencia de la praxis a lo largo de los siglos hizo del estoicismo una filosofía menor, en palabras de Gilles Deleuze, una línea dialéctica anacrónica, inexplicable de acuerdo a la dictadura del progreso lineal del tiempo. Quizás por la hegemonía del devenir temporal lineal, se ha valorado, en numerosas ocasiones, la obra de Luis Gordillo (Sevilla, 1934) especialmente por sus logros formales. Ahora, “Memorándum”, la imponente exposición que presenta el Museo de la Universidad de Navarra, acierta en acercarse, acaso por primera vez, en las inmanentes relaciones, en las profundas pulsiones, que han conformado el cosmos creativo de, sin duda alguna, el artista más sólido de este país.
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