Mapamundi 2010, 2011. Collage sobre papel, 30 x 21 cm c/u (110-115 ejemplares aprox.). Colección del artista
Hace poco más de una década, Ignasi Aballí le decía a Dan Cameron: “Creo que mi trabajo, desde hace un tiempo, se estructura a partir de conceptos a veces opuestos y a veces complementarios. Entre los opuestos se cuentan la ausencia y la presencia, la desaparición y la aparición, lo inmaterial y lo material, la invisibilidad y la visibilidad, la acción y la contemplación, siempre Algunos de los aspectos complementarios son lo efímero y lo permanente, la transparencia y la opacidad, la apropiación y la creación, lo colectivo y lo subjetivo, la realidad y la ficción”. Una declaración que resume, en sus propias palabras, el sencillo y al tiempo enormemente complejo mundo que muestra en la exposición retrospectiva que, comisariada por João Fernandez, le dedica el MNCARS, que cubre precisamente esa última década de su trabajo, al que ha añadido piezas concebidas específicamente para ella, y al complementario, y a la vez obra en si mismo, catálogo-libro que ha confeccionado incluyendo tanto las obras de la muestra como otras que configuran una lectura ampliada de la ideas que la rigen.
Sin principio / Sin final se abre con una pieza que señala uno de los rumbos fundamentales de su labor, la reflexión inducida en el espectador sobre los mecanismos de funcionamiento del fenómeno artístico mediante procedimientos que eluden permanentemente las convenciones que lo informan. Personas es el resultado de las huellas dejadas sobre la pared del museo al apoyar las suelas de zapatos, zapatillas u otro calzado sobre la impoluta y blanca pared de la sala del museo, una suerte de pollock desvaído que se contrapone a la norma de no mancillar un lugar “sagrado”. Es, en cierto modo, una toma de posición frente a la institución que lo hospeda. No puedo dejar de cotejarla con El perro de Tonetti, la escultura miccionante de Eugenio Ampudia que marca como territorio propio el museo o centro que la acoge.
El visitante encontrará, ya allí mismo, y luego a lo largo de la exposición toda, otra pieza, concebida específicamente para el MNCARS, que muestra diez colores blancos distintos en la pared de cada una de las salas que la componen. El elemento más neutro del cubo blanco se revela a la vez que se convierte en obra casi imperceptible.
De las dicotomías expresadas en el párrafo inicial se nutren las obras expuestas. Así, por ejemplo, los colores usados en la imprenta –cyan, magenta, amarillo y negro– se convierten en vitrinas “explicativas” con esos mismos colores o los medidores de sustancias o fenómenos etéreos o las fotografías de industrias y métodos de fabricación se transforman en obras de arte.
Ciertamente, Aballí ha investigado en muy distintos campos, el objeto, la fotografía, el cine o el vídeo, pero quizás el campo más abundante y fructífero ha sido el que ha dedicado a la pintura, a sus fundamentos y al modo de percibirla y recibirla. En la exposicion no están sus cuadros hechos con la luz, pero sí un ejemplo de sus pinturas de polvo, tan duchampianas en el fondo y otras hechas con soplidos; en la misma pared se inscriben los componente del aire; también sus indagaciones sobre el significado de los colores en los impactantes Clasiffied –red, yellow, blue, white, black y grey–, imponentes pinturas sobre lienzo, monocromos y que resumen todas las variedades que podríamos encontrar de cada uno. Igualmente pinturas realizadas con materiales ajenos en principio ella, pero que infieren la realidad cotidiana en ella, así las realizadas con pellotes de tejido extraído de la secadora de ropa o con papel moneda triturado. Otro punto fuerte es la idea de recoger y archivar las hojas en las que los clientes prueban los bolígrafos de colores en la papelería y que generan, ajenas a su mano, propuestas abstractas de familiar aire twoblyano.
Tan imprescindible como la exposición es el impresionante catálogo-libro de autor, en dos volúmenes, Perpetuum Mobile, que recoge una muy extensa conversación entre artista y comisario, Sin principio / Sin final, sólo con imágenes a escala 1/1 que o bien reproduce las obras a su tamaño exacto o lo hace reproduciendo a su tamaño las páginas de un catálogo anterior dónde se hubiera publicado. La secuencia, la selección, el nuevo orden visual y conceptual que genera, permite una segunda lectura y, a la vez, ilumina con nuevas luces tanto sus propuestas sobre el lenguaje, como, sobre todo, un nuevo sentido a los listados.