Vista de la exposición
Entre las propuestas de los jóvenes comisarios seleccionados en la última convocatoria de Inéditos, llama la atención PEOPLE HAVE DE THE POWER, que, comisariada por Luisa Espino, es una de las tres exposiciones que se presentan en La Casa Encendida.
El espacio público, que históricamente ha sido el lugar de la convivencia y la socialización, se convierte progresivamente en un espacio para el tránsito acelerado, invadido por los soportes publicitarios y los reclamos al consumo. Sin embargo el ciudadano se resiste a perder su derecho a disfrutarlo y administrar su uso de formas diferentes a las que impone la sociedad de mercado a la búsqueda, siempre, de rentabilidad económica. Y es en momentos de hartazgo, como los que vivimos, cuando la gente toma la calle no tanto para “invadirla” sino para vivirla desde un sentimiento de comunidad. Esta exposición habla precisamente de la gente y la calle, y de cómo determinadas prácticas artísticas llevan décadas interviniendo junto a los movimientos sociales en este territorio. Ante un tema de semejante amplitud, Espino ha acotado su análisis mediante una cartesiana categorización: actores, mensajes y escenario.
Y es en su selección de artistas y de obras donde cada uno de estos elementos adquiere presencia y sustancia. Así, el recorrido arranca con Oliver Ressler y la celebre frase “To Big to Fail” [Demasiado grande para caer] –paraguas argumental para salvar a bancos e instituciones financieras a costa de los recursos públicos y del consiguiente empobrecimiento de amplias capas sociales– cuyas letras, a gran tamaño, se recortan sobre fotos de manifestaciones llevadas a cabo en diferentes puntos de Europa. Tambien es de Ressler la pieza que cierra el itinerario de la muestra: la video instalación “Take the Squere” reúne sus entrevistas a integrantes de los movimientos 15 M, Sintagma Square y Ocuppy Wall Street; una documentación de primera mano donde resalta el pragmatismo de los primeros, la capacidad retórica de los segundos y el escaso número de los terceros, pero cuyo eco fue bien amplificado por los medios de comunicación; el funcionamiento de estos es también el tema que aborda el colectivo Superflex, cuyo vídeo está exclusivamente protagonizado por un coche en llamas. De otro lado, las banderolas de Ed Hall y los carteles repropiados de DosJotas ilustran la forma que adquieren los mensajes y las consignas, mostrando cómo, en muchos casos, resultan intercambiables en el tiempo, como también lo son las actitudes de las fuerzas del orden que retrata Noaz. El apartado que ejemplifica “el material de apoyo” a los manifestantes corre a cargo del colectivo Todo por la praxis con su inteligente “mobiliario” desplazable, y la burocracia administrativa es abordada de manera irónica por Nicoline van Harskamp. El tono poético lo pone la instalación de Sharon Hayes, donde la acción pública y la experiencia personal se trenzan desde la melancolía.
En resumen, PEOPLE HAVE DE THE POWER materializa un análisis claro, donde no hay lugar para la verborrea, el panfleto o la banalización, y que reúne una excelente selección de obras donde dialogan todos los aspectos de ese “tomar la calle” que resurge cíclicamente, de manera necesaria, oscilando siempre entre la conquista y la utopía.