Schaulager® Münchenstein/Basel "Matthew Barney. Prayer Sheet with the Wound and the Nail"
12 June – 3 October 2010 View of an exhibition room
Photo: Tom Bisig, Basel
Mi primer encuentro con la obra de Matthew Barney (San Francisco, 1967) en Basilea no fue en el Schaulager sino en el Kunstmuseum. Uno de sus dibujos se exponía allí, junto a Durero, Cranach, Schongauer y otros maestros alemanes y alsacianos del XVI, compartiendo pared con Hans Baldung Grien y su conocida tabla donde la muerte corteja a una mujer. Como contrapartida (desproporcionada) de ese único papel, un conjunto de obras de estos y otros autores, con algunas pinturas aisladas, pero, en lo fundamental, con una formidable colección de aguafuertes y xilografías de entre los siglos XV y XVII, se había puesto al servicio de Barney y del comisario Neville Wakefield en los vastos espacios de Schaulager. De hecho, el extraño título de la exposición, Prayer Sheet with the Wound and the Nail, tiene que ver con una variante muy concreta de las estampas piadosas, donde se reúnen los instrumentos de la Pasión y sus efectos en el cuerpo de Cristo.
Una ventaja estratégica obtenida al exhibir así, fuera de contexto, este dibujo es la de despertar la curiosidad e invitar a dedicarle una atención de la que papeles similares se ven privados en el Schaulager, compitiendo la llamativa y enigmática memorabilia escultórica y videográfica de las sucesivas entregas de Drawing Restraint [Restricciones al Dibujo], una serie que, desde 1987 hasta el presente, viene definiendo la evolución del norteamericano.
El papel en cuestión (Der Tod und das Mädchen) pertenece a una estirpe simbolista y macabra, que parte del Medioevo, sigue con Baldung Grien y se prolonga a través de decadentes y surrealistas como Paalen. Sirve además como resumen del Drawing Restraint #17, una acción realizada y grabada en vídeo en Basilea. En ella, los materiales simbólicos se mezclan para seguir alimentando una mitología personal insaciable. El tema de la Muerte y la Doncella se cruza con el de Ícaro, y con la memoria de las propias acciones de Barney, que suele aprovechar sus dotes atléticas para trepar por las paredes, aunque en Basilea fuera una escaladora (la Doncella), y no él, quien intentó ascender por el gran atrio del Schaulager, y a quien veríamos desplomarse hasta el suelo (como Ícaro).
Una imagen perdurable de Barney corresponde a su Drawing Restraint #7 (1993). Lo que hasta entonces habían sido acciones más o menos convencionales, saltaron a una barroquización extrema. En ese trabajo, el artista se disfraza de sátiro. Es una afortunada caracterización, pues la suya es una productiva fábrica de híbridos simbólicos, donde mitos y ritos ajenos pretenden convertirse en obsesiones propias. Es un mundo que cuenta con su propio diccionario y hasta un emblema heráldico. En Basilea encontraremos odas a las feromonas y estética de gimnasio, sátiros en limusina, travestismo, al escapista Houdini, al general MacArthur y unas alambicadas elaboraciones sobre temas japoneses: la flota ballenera, los templos sintoístas, la ceremonia del té… Se suma a ello la iconografía cristiana y las estampas devocionales. El paralelismo con el arte sacro se ve reforzado por el diseño de la exposición, dispuesta en dos niveles: el superior, con estructura basilical y salas a modo de capillas; el inferior, a modo de cripta. En esta cripta, curiosamente, es donde se encuentran las esculturas más llamativas y gigantescas, resueltas en plásticos inestables, haciendo buena una imagen tan psicoanalítica como infantil que piensa que lo sublime habita bajo tierra.