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miércoles, 10 de abril de 2013

Maestros del caos: artistas y chamanes

Por: Elena Marcos
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Recipiente para sustancias mágicas. Pueblo batak (grupo toba), Sumatra, Indonesia. Finales del s. XIX. Wereldmuseum, Rotterdam, Países Bajos. © Foto: Studio R. Asselberghs / Frédéric Dehaen, Brussel y Colección Wereldmuseum, Rotterdam. 

Uno de los rasgos principales de lo humano, en su tránsito evolutivo, fue la necesidad de interpretar la realidad circundante, la naturaleza y sus fenómenos en primer lugar, y, en paralelo, la necesidad de explicar la muerte.

Ese afán del ser humano por buscar sentido a lo desconocido, fuera ello el entorno o su propio interior, dio forma a dioses y mitos, religiones y espiritualidades con una diversidad inabarcable, este es el tema al que se acerca la exposición Maestros del caos: artistas y chamanes que presenta “la Caixa” en su espacio madrileño, única parada en España de una muestra que ha sido comisariada por el crítico e historiados del arte Jean de Loisy, actual presidente del parisino Palais de Tokyo. El recorrido se ha trazado temáticamente, con un formato didáctico, y su arco temporal arranca con ejemplos de Mesopotamia y del antiguo Egipto para concluir en nuestros días, a través de documentación audiovisual que ofrece entrevistas con sanadores y chamanes en activo, pertenecientes a comunidades tan dispares como pueblos navajos y andinos o con testimonios recogidos en Brasil, Malí o Corea; y a todo ello se suma una serie de obras de señalados artistas contemporáneos. Contemplamos así 220 piezas entre las que encontramos desde un bajorrelieve de la Grecia antigua que representa a Orfeo a grabados de Goya, sobre el mundo de la superstición y la brujería, o telas de Solana, con sus máscaras carnavalescas.

 

Abundan los objetos y vestimentas rituales, talismanes, bastones, máscaras, figuras antropomorfas y representaciones de deidades y genios, terribles, burlones o trasgresores, así como elementos de lo más diverso pertenecientes a cultos animistas y sincréticos, africanos sobre todo pero también de America central y del sur, datados en su mayoría en los siglos XIX y principios del XX. También se han recogido elementos de fiestas medievales que han llegado hasta hoy, como ropajes que se siguen utilizando en pueblos de montaña en Suiza.

Todos estos testimonios que traducen la espiritualidad a través de los siglos se han organizado bajo tres grandes epígrafes titulados: El caos en el mundo, El dominio del caos y La catarsis que aluden tanto al deseo humano de dominar lo incomprensible como a los recursos conceptuales y narrativos utilizados por las diversas culturas para lograrlo.

Desde luego las piezas y materiales que ofrece esta exposición resultan atractivos e interesantes; a la vez, cabe anotar que su planteamiento de conjunto podría calificarse de “políticamente correcto”, ya que elude cualquier aproximación a las religiones del libro ni por aproximación, como si en temas de espiritualidad solo aquello que definiríamos como “universo pagano” y sus representaciones fuera el que no rozase susceptibilidades ni levantase ampollas al ser abordado hoy. En fin, que se puede mostrar sin problema una calavera humana perteneciente a un ritual primitivo africano pero no el dedo incorrupto de algún representante de nuestro santoral, pongamos por caso. La óptica occidental tiñe la mirada.

La representación de lo ritual o catártico en nuestro tiempo se integra aquí a través de una serie de obras más o menos recientes de artistas bien conocidos, de Tàpies a Beuys, de quien se exhibe el vídeo de su acción Como explicar los cuadros a una liebre muerta, del año 65. Desde luego se entiende a la perfección la presencia del alemán en una exposición como esta, dado su lenguaje de ambición trascendente, e incluso la inclusión de Thomas Hirschhorn, cuya obra, siempre abarcadora del caos, integra en este caso reproducciones de grabados de Goya; o que se haya escogido, incluso, una pintura de Basquiat, titulada Exu, que representa una deidad animista. Sin embargo que, al inicio del recorrido, nos reciba el vídeo del funámbulo de Antoni Abad, o que se haya incluido el vómito de pintura rosa de Sergio Prego es algo que no acaba de funcionar, ya que la producción de ninguno de estos dos artistas se caracteriza por bucear en el “lado oscuro” de la existencia. Exposición interesante, pues, y que permite no pocas lecturas.

Señalar por último que la exposición, que permanecerá abierta hasta el 19 de mayo, ha sido concebida y producida por el Musée du Quai Branly de París y organizada por la Obra Social ”la Caixa”, con la colaboración del Kunst- UndAusstellungshalle der Bundesrepublik Deutschland (Bonn, Alemania), han asistido al comisario Sandra Adam Couralet y Nanette Jacomijn Snoep, responsable de la Unidad Patrimonial de las Colecciones de Historia del Musée du Quai Branly,
en el comisariado adjunto. 

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