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y arte contemporáneo

ARTÍCULOS

miércoles, 8 de abril de 2015

La Mer au Milieu des Terres / Mare Medi Terraneum

Museu Es Baluard, Palma de Mallorca. Comisaria: Cécile Bourne-Farrell
Por: Santiago B. Olmo
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Marcel Dinahet, 'Famagusta Varosha'. Proyecto «Suspended Spaces», 2009 (video still). Cortesía Domobaal, Londres © de la obra, Marcel Dinahet, 2015. 

Abordar desde una exposición el Mediterráneo, con una voluntad crítica y una perspectiva política no es una tarea fácil, y está plagada de dificultades. Este es el reto asumido por la exposición La Mer au Milieu des Terres / Mare Medi Terraneum y por su comisaria Cécile Bourne-Farrell, que se presenta en el Museu Es Baluard de Palma de Mallorca. La selección de obras y artistas no se ha propuesto presentar la última actualidad ni mucho menos trazar el contorno del mapa con una equilibrada selección de artistas por países. Por el contrario, el objetivo declarado es establecer un punto de vista que ponga de relieve los problemas que caracterizan al Mediterráneo como región cultural y política. Para intentar alejarse de ideas trilladas o lugares comunes, la exposición intenta visibilizar las perspectivas artísticas y discursivas de la ribera sur y este del Mediterráneo, tratando a la vez de plantear diálogos cruzados.  

 

El planteamiento expositivo, aunque propone discursivamente un cuestionamiento con una fuerte carga política, devuelve a un predominio de resoluciones estéticas en las que “lo político” queda en el mejor de los casos diluido y en otras ocasiones concentrado de manera básica en la superficie, al incidir en "tópicos políticos" de manera demasiado literal.

De alguna forma, desde hace ya tiempo, estamos asistiendo a un proceso de “manierización” del arte con ambiciones políticas, que más que proponer visiones e interpretaciones desde posiciones complejas y difíciles que permitan avanzar, tiende a simplificar y trivializar los problemas al estilo periodístico, cayendo en una interpretación maniquea y a veces incluso simplona de la realidad.

Esta exposición se sitúa en el centro de estos torbellinos, y es precisamente la fricción entre obras de fuerte contenido estético pero con fuerte sentido político y obras de aparente discurso político pero débil reflexión lo que la convierte en valiosa.

Además, la exposición refleja muy bien el momento actual, entre la crisis y la inflación en la producción de pensamiento crítico desde un arte ligado a lo político.

A menudo el problema del arte político es la literalidad y concluye a menudo en una voluntad por ilustrar visualmente las corrientes de opinión que se han difundido con las marcas de un progresismo de bolsillo.

El Mediterráneo no ha sido nunca un mar pacífico. Históricamente ha sido una frontera de (des)encuentros y fricciones, en la que también se han ido sedimentando relatos de intercambio. Incluso en la época romana, cuando el Mediterráneo era un mar interior del imperio, la piratería se superponía al comercio. El carácter y los rasgos comunes que se encuentran en sus orillas son fruto de choques, guerras y violencia Y este esquema de piratería y comercio va a perdurar hasta nuestros días si consideramos la emigración ilegal (que es también una explotación de hombres y mujeres por las mafias) como una forma contemporánea del esclavismo, y en definitiva de piratería.

Una de las obras más sugestivas de la muestra es And the Road Goes On... (2005) de Zineb Sedira, artista de origen argelino y residente en Londres, que plantea el retorno al país de los padres. Este video, atravesado por una fuerte energía poética recorre a cámara lenta los bordes de carreteras desde las que se ve a lo lejos el mar y respira una equilibrada melancolía. En cierto modo se inserta en un trabajo más amplio de la artista que aborda el futuro incierto de la arquitectura del periodo francés en Argelia que el tiempo y el descuido van demoliendo lentamente, como en una pérdida de memoria. En gran medida esa vuelta al país de los padres o al país natal, desarrolla un trasfondo de crítica y autocrítica, como el que el escritor canadiense de origen haitiano Dany Laferriere condensa en su novela El enigma del retorno

Curiosamente, de forma paradójica para el planteamiento crítico-político de la exposición, las piezas más rotundas y efectivas enfocan directamente el paisaje: La Mer (1991) de Ange Leccia, en la que olas rompientes en una playa tomadas cenitalmente en un video de 40 minutos generan una escenografía espectacular, y Sunsets from… (2013) de Oriol Vilanova, una instalación de 639 tarjetas postales de puestas de sol que se combinan por colores formando un inmenso fresco del tópico turístico más manoseado y a la vez más persuasivo y convincente, la puesta de sol. Las postales han sido dispuestas complementándose desde los tonos de color, como si fueran fichas de pantone y permiten desde lejos una lectura cromática, pictórica, en definitiva, y una lectura pormenorizada de las imágenes individuales. Naturalmente no están todas tomadas en el Mediterráneo, y eso no importa, lo esencial es el enfrentamiento con el tópico del paisaje, que a su vez es una figura central del turismo: ¿Qué imagen tenemos del paisaje? ¿Qué paisaje deseamos en los viajes?

En la exposición hay otra pieza que parece abordar el plano del turismo, y está realizada también con postales, esta vez recortadas: Point de vue , point d’écoute (Clichés II) de Farah Khelil (1980). La obra apunta a la constatación de los tópicos turísticos como mecanismos del orientalismo y la cosificación colonial, pero queda solo apuntado, y desde mi punto de vista le falta desarrollo.

En una línea de paisaje y medioambiente puede situarse A-nivellaments (2011) una instalación de Lara Fluxà (1985), una joven artista mallorquina, que utiliza niveles de cristal rellenos de agua marina y pigmentos azules que reconstruye una idea de horizonte paisajístico en el que se inserta lo científico como un elemento estético. 

Son probablemente las piezas que pretenden transmitir una mayor carga de sentido político aquellas que mejor muestran la fragilidad de los discursos

Mapping Journeys 4 (2010) de Bouchra Khalili, pertenece a una serie de videos en los que la artista aborda a emigrantes en diversas ciudades (desde Ramala a Estambul, pasando por Roma o Barcelona) a los que invita a contar su recorrido mientras marcan sus rutas en un mapa. El problema es que estas obras se agotan en la narrativa de las vidas de los personajes y no profundizan en la complejidad de los problemas que representan estos personajes, no asumiendo así una perspectiva propiamente política. Aunque la idea de utilizar la figura del cartógrafo y la cartografía como una herramienta que aproxime a los problemas de la colonización y la emigración es muy sugestiva, quedan abordar las contradicciones y sin ellas no hay planteamiento político serio.

Algo parecido ocurre en Famagusta-Varosha del proyecto Suspended Spaces de Marcel Dinahet, que suele filmar desde a ras del nivel del agua en ríos, puertos, playas, etc. En este video la cámara se sitúa en el lugar donde rompen las olas pero junto a la valla fronteriza que aísla la ciudad de Famagusta que quedó en el sector turco del Chipre dividido y fue abandonada por sus habitantes griegos en 1974 ante el avance del ejército de ocupación turco. La vista de la ciudad abandonada apenas se entiende, ni siquiera como paisaje, y la problemática que parece apuntar queda de algún modo en suspenso.

La confusión más habitual actualmente del arte que quiere ser político es pensar que lo importante es el mensaje, tomar partido por lo que se piensa, de manera normalizada, es el sector oprimido. Sin embargo lo decisivo de una mirada política desde el arte es el enfoque, el planteamiento que englobe y considere las contradicciones, desde la perspectiva más claramente compleja y a la vez difícil. De otro modo, la tentación es hacer periodismo.

Por otra parte, uno de los lastres del arte político es el peso cada vez mayor de la censura y autocensura que impone lo políticamente correcto, que ha llegado a convertirse lamentablemente en un pensamiento único represivo que anula la discusión, la argumentación y finalmente también la pluralidad. Pero además, de lo que muchas propuestas suelen adolecer es la carencia de documentación e investigación seria.

La pieza de Antoni Muntadas, On Translation: Miedo / Jauf (2007) que aborda la construcción del miedo a un lado y otro del Estrecho de Gibraltar, en España y en Marruecos, colisiona con una cierta perspectiva de lo "políticamente correcto". A pesar de una cuidada producción, el video deja demasiados puntos suspensivos, como si se hubiera marcado líneas rojas en lo “políticamente correcto” y por eso quizás no llega a ser todo lo contundente que suelen ser sus trabajos.

En el caso de Alí Cherri, resulta más interesante la obra Paysages tremblants (Alger), una serie de cuatro litografías que reproducen el mapa de la capital argelina en partes, para poner de relieve la coincidencia de líneas de fragilidad tectónica con inestabilidades políticas y sociales, y con un planteamiento aparentemente más “clásico”, que el video The Disquiet, que resulta más hermético que crítico, y quizás por ello, en cierto modo, pretencioso.

Sin quizás quererlo ni buscarlo expresamente, la exposición muestra las quiebras del arte político, a veces con obras que tienen más de diez años y que ejemplifican muy bien la historia reciente de las prácticas y la producción de carácter político. En ocasiones lo político en perspectivas ferozmente críticas aflora desde obras que no buscan el eslogan y mucho menos el titular.

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