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y arte contemporáneo

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miércoles, 20 de abril de 2016

Arquitectura, luz y sonido en Pablo Valbuena

Espacio Fundación Telefónica. Madrid
Por: José Manuel Costa
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Kinematope es el nombre de la gran instalación de luz y sonido que Pablo Valbuena muestra en una de las salas de exposición de la Fundación Telefónica. Ha de hacerse hincapié en lo del sonido, porque desde sus comienzos hace ya una década, Valbuena había renunciado a incorporar ese elemento en sus piezas, un poco por temor a que fueran entendidas como los espectáculos de Luz y Sonido proyectados sobre el Ayuntamiento o la Catedral en cualquier fiesta municipal. De manera más profunda porque no había encontrado una forma de utilizar el sonido que no fuera musical sino intrínseca a la pieza.

Valbuena es conocido sobre todo por su proyecciones, de un carácter siempre minimalista, más en sentido musical que puramente artístico. Desde proyectar sobre ayuntamientos como el de La Haya hasta dibujar con luz el contorno las baldosas en Leuven (Bélgica).

 

Esta ocasión es diferente. Lo que ha hecho Valbuena es desnudar la sala, quitando todos los tabiques hasta dejar simplemente la estructura del espacio. Esto deja una muy amplia sala de columnas y un falso techo de rejilla metálica sobre la cual corre la tupida de red de cables y tubos que forman la carne sin piel que reviste el esqueleto arquitectónico.

Sobre la rejilla y siguiendo ese sistema nervioso y respiratorio del lugar se ha dispuesto una amplia red de pequeñas placas con un LED (blanco) y un generador de sonido. Las placas han sido fabricadas específicamente para este trabajo, según Valbuena unen por primera vez luz y sonido en un mismo mini-sistema y hay más de 300.

La programación de esta instalación se concreta en una secuencia de unos 20 min. durante los cuales los LED se encienden o apagan en distintas configuraciones que proyectan el enrejado del techo sobre las pareces y el suelo. Son recorridos lineales, zonas de luz y sonido que avanzan o retroceden, se deslizan sobre las superficies… Hay dos de bancos en sendos extremos y se agradece porque el ciclo merece ser contemplado en su toda su duración.

Todo esto tiene que ver con un Barroco muy despojado y altamente conceptual, momento en que viene bien recordar la formación arquitectónica de Pablo Valbuena. La transformación inmaterial de un espacio, verle vivir sin más necesidad que la luz y escuchar esos agudos que pasan del tono solitario y lejano a una curiosa polifonía de pequeños tonos es algo que supera lo ilusionista. De hecho, la presencia del zumbido del aire acondicionado es una constante sonora del mismo orden que las constantes arquitectónico-funcionales. Hace ver y sentir que nuestros espacios, nuestros contenedores de arte tienen su propia historia, generan experiencias. Solo hace falta darle ocasión de manifestarla. 

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