Las últimas declaraciones sobre el Centro José Guerrero de la diputada de Cultura de la Diputación de Granada, doña María Asunción Pérez Cotarelo, no son más que la enésima muestra de su considerable capacidad de intoxicación y, en términos generales, de toda una contextura moral.
Si, como afirma, “no da por liquidado” el Centro José Guerrero, puede demostrarlo fehacientemente y de forma instantánea, creando una Fundación José Guerrero con todas las actividades que ha desarrollado el centro hasta ahora (exposiciones, conferencias, debates, docencia, investigación, conciertos de música, publicaciones, etcétera), todo bajo la presencia de las obras del pintor y las directrices del Documento de Buenas Prácticas en Museos y Centros de Arte Contemporáneo del Ministerio de Cultura, que es exactamente lo que quiere la familia Guerrero, lo que ha querido siempre, lo que sigue queriendo pese a todo.
Nadie puede explicarse que la señora Pérez Cotarelo afirme que “no da por liquidado” el Centro José Guerrero después de haberlo liquidado ella de hecho, de prisa y corriendo, con su presidente, don Antonio Martínez Caler, y su director de área, don Jorge López López, con la creación de una fundación a su medida, extrañamente llamada FNEO, abierta de par en par a sus amigos y compañeros de militancia partidista, ocupando el edificio del propio Centro José Guerrero y poniendo a su servicio todos sus recursos de todo tipo, económicos, materiales y humanos.
Esa es, evidentemente, la intención, y, si en algún momento ocurriera otra cosa, sólo sería por la presión ciudadana.
Por lo demás, aunque no tenga mayor importancia, la señora Pérez Cotarelo miente al “aseverar” que la Diputación de Granada “nada tuvo que ver” con el nombramiento de los tres asesores del centro que acabamos de dimitir, Juan Manuel Bonet, María de Corral y yo mismo, Eduardo Quesada Dorador.
Fuimos nombrados por el pleno de la Diputación de Granada el viernes 16 de abril de 1999, por unanimidad de todos los grupos políticos, respaldo que difícilmente conseguirá nunca la señora Pérez Cotarelo, cuando faltaban años para que ella, su presidente y su director de área tuvieran algo que ver con la institución provincial granadina. Cabe recordar que aquella diputación estaba regida por verdaderos políticos, personas preparadas y responsables que hacían honor a su cargo. Cabe recordar también que la señora Pérez Cotarelo ha intentado descalificar a la directora del centro, doña Yolanda Romero, de un modo parecido, difundiendo la especie de que, en realidad, no era tal, sino alguien que hacía de directora no se sabe cómo, ocupando un cargo que no existía, cosa igualmente falsa.
Por otra parte, no hemos dimitido “tres asesores” del Centro José Guerrero, sino su comisión asesora en su totalidad, que ha servido a la Diputación de Granada durante los once últimos años, sin más pago que la satisfacción de ver que el prestigio del centro crecía dentro y fuera de nuestras fronteras. Retribución, para nosotros, no sólo suficiente, sino realmente espléndida.
Dice verdad a medias, es decir, miente también la señora Pérez Cotarelo al declarar que no fuimos “nombrados por el manual de buenas prácticas”, refiriéndose al mencionado Documento de Buenas Prácticas en Museos y Centros de Arte Contemporáneo del Ministerio de Cultura, del que ahora pretende ser gran adalid. Difícilmente pudimos ser nombrados en 1999 según un documento de 2007. No obstante, nuestro nombramiento se produjo según el criterio que inspiró ocho años después dicho documento, valorando única y exclusivamente el currículum de cada uno de nosotros, sin ninguna otra consideración de ningún tipo, justo lo contrario de lo que han venido manteniendo la señora Pérez Cotarelo, su presidente y su director de área.
Una vez más, y van demasiadas, su necesidad de echar mano de embustes deja en evidencia su falta de razones.
Eduardo Quesada Dorador
equesadadorador@ugr.es