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jueves, 9 de diciembre de 2010

El club de los melómanos.

Por: Ángela Urtoller Avilés

La obligada cita otoñal con la música la teníamos en el San Miguel Primavera Club. Una acertada mezcla de jóvenes y veteranas bandas en su cartel y la puntualidad inglesa en los conciertos caracterizaron esta edición, especialmente de agradecer pues ofrece la oportunidad de ver en distintos horarios a varios de los grupos, sin el temido solapamiento de otros festivales.

Abrió Cuchillo en la sala Apolo. Con bastante público para ser un miércoles a las 7 de la tarde y muy respetuoso. Pudimos disfrutar de una auténtica progresión ascendente, canción a canción, de un grupo que es claro ejemplo de cómo ganar en el escenario. La rigidez de la música enlatada es en este caso una obviedad; Cuchillo se ensancha, acorde tras acorde, grabando sus cuidados e infinitos loops que giran en torno a coros perfectamente armonizados y que se suman poco a poco hasta crear una sinfonía que, al final, se desvanece. Maravilloso concierto para estas tardes de otoño. Cambio radical con Frankie & The Outs, grupo liderado por la batería de Dum Dum Girls, mucho reverb y sonido añejo, inevitable acordarse de los grupos de chicas de los 60. En contra, les falta algo de rodaje y repertorio. Llegó el turno de Triángulo de Amor Bizarro, la contundencia de esta banda es ya un hecho, potente y vibrante, subieron el volumen de sus “amplis” para hacernos bailar y saltar a sus pies. Los gallegos defienden su segundo trabajo, Año Santo, con garra y mucha distorsión para el deleite y estupefacción de fans e incrédulos. Beach Fossils, sonido lo-fi y claras referencias a Jesus and Mery Chain y Joy Division, presentaron su trabajo con excesiva hiperactividad en el escenario, ya que a veces resultó algo forzada esa energía, la cual les llevó a tocar algunos de sus temas demasiado acelerados, haciéndoles perder algo de encanto y a veces el ritmo del batería. No por ello fue un mal concierto, al contrario, intentaban conectar con el público, animarlo y sus grandes temas, como Daydream o Vacation, sonaron de manera impecable. No puedo decir lo mismo de Wavves, algo decepcionantes ya que recordaban a una banda punk adolescente de garaje cutre en su primer concierto para “cuatro colegas”.

 

El domingo comenzaron The Rural Alberta Advantage que nos saciaron de folk y animaron a todos los que ya estábamos en el cuarto día de festival con la cabeza saturada de música y referencias. Canciones frescas, coros sencillos y una energía y vitalidad contagiosas en el que fue su cuarto concierto del Primavera Club; en ocasiones se la jugaban haciendo armonías a capella donde inevitablemente se les iba la voz; sólo gargantas privilegiadas pueden hacerlo sin dudar. Su vocalista, simpatiquísima, no paró de contar anécdotas ganándose al público más si cabe, sacándole al respetable una sonrisa que predisponía a disfrutar de un directo que incluyó canciones de su próximo disco (el cual puedo afirmar, desde ya, que tiene muy buena pinta). Bajamos a La 2 a cambiar totalmente el chip, el día iba de féminas vocalistas, y el turno era para Twin Sister. La dulzura de Andrea Stella engancha. Descalza y dando saltitos, se agarraba al micro como si fuera un preciado tesoro. Miradas cómplices con el resto del quinteto, sorbitos de té entre canciones y su delicadeza de movimientos y giros vocales hicieron de su concierto un dulce que disfrutamos saboreándolo como un caramelito cremoso. Cambio de tercio hacia el puro y duro rock ´n roll con Jim Jones Revue, que desde el primer guitarrazo ya prometían, la presente se quedó en primera fila para no perder detalle. Esto sí que es transportarse a los 50, mover las caderas con un “front man” (Jim Jones) espectacular, auténticos solos de los de “vellos de punta” y mucha “good vibration”. Auténtico sonido Detroit, para los que no pudimos disfrutar de Little Richard o Jerry Lee Lewis en su época. Y el broche final con Holy Fuck. Creo que todos los allí presentes deseamos volver a ver a este cuarteto –con todos sus “cachivaches”, teclados, botones, y el batería tan espectacular que clavaba el tempo– en el próximo Primavera Sound, al atardecer con el mar de fondo y sonando Lovely Allen con esa melodía de teclado sencilla y casi poética. Fue un concierto de continuo “crescendo” en atmósfera, ritmos y modulaciones. Igual que el Primavera en sus dos vertientes (Club y Sound), que ha sabido crecer en todos los sentidos. Ansiosos esperamos la próxima cita a finales de mayo.
 

Entrada de Ángela Urtoller Avilés

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