Hay gente para la que filmar es como respirar. Gente que no puede evitar hacerlo y, en el tiempo que cualquiera de nosotros emplea para dormir, leer, pasear o cocinar, está rodando películas del más variado pelaje. Los hermanos Safdie son de esa especie y han estado destinados a ser cineastas desde el momento en que su padre les regaló una cámara de vídeo por su cumpleaños. Sus cómplices, los creativos Alex Kalman y Sam Lisenco.
Red Bucket Films es un joven colectivo neoyorquino, cuya profusa producción habita en su página web en la que, a modo de cuaderno de apuntes, se pueden ver los films producidos por sus miembros desde el año 2004. Cabe decir que sus propias películas han funcionado como escuela para estos realizadores. A pesar de tocar diferentes “géneros” y una variada gama de historias, dejan ver una forma de hacer propia e inimitable, un aire inconfundible en todo aquello que producen. En la sección “films” podemos ver cortos de diferente altura y complexión. Desde simples sketchs humorísticos (como el plátano escapando del supermercado de Banana Scapes) a evocaciones surrealistas –como la del hombre de Gone Tomorrow, que se dibuja con una barba, la sueña, la tiene y no la tiene, o el de The Story de Charles Riverbank, que pierde su hogar y lo encuentra en camas estacionadas en un aparcamiento–, animaciones (la mano-pinball de A Game of Pong), o experimentos visuales, documentales ficcionados o happenings como vender dólares a 50 céntimos (Making Sense) o mandar a callar a un (falso) bebé en un autobús abarrotado (There is nothing you can do). Los formatos van desde el vídeo más inmediato al super 8 o al 16 mm.
Los más prolíficos, sin duda, son los hermanos Safdie (muchos de sus cortos son protagonizados por ellos mismos), que muestran un aire desaliñado y un mundo con una lógica propia que saca a relucir la belleza de las más sucias calles neoyorquinas. Los jovencísimos Ben y Joshua, a pesar de ser deudores en las formas de Cassavettes y Pennebaker, pasados por el tamiz de Gondry, Jonze y Charlie Kaufman, llevan siempre al espectador a parajes que sólo les pertenecen a ellos, vestidos de extrañeza y cómica melancolía, a medio camino entre el niño y el adulto. Kalman se conduce más por el lado de la experimentación y la superposición, ya sea de manos, como en The new handshake, o de improvisaciones de raperos de todo el globo en Around the world. O escenificando sueños sobre afinadores de piano (Piano Tuner) emparentados con el cine de Maya Deren o las (preciosas) películas de Man Ray.
Para muestra, un botón
Una de las facetas más interesantes de Red Bucket Films son los “buttons”, en la web literalmente botones cosidos a una libreta sobre los que se hace click para revelar instantes fugaces de la vida de la ciudad. Aprovechando la existencia de cámaras que se pueden llevar en un bolsillo, instantes de cotidianidad sublime quedan registrados aquí. Cámaras en un local latino de comida rápida, en una bolsa de papel, o escondidas en la calle dan fe del movimiento de una ciudad sin la tiránica distinción entre la relevancia y la nimiedad. Un niño saltando en el hielo, alguien trabajando o sombrillas volando en Coney Island son la clase de cosas, “posados robados”, que pueden revelar el sentir de una comunidad, y la clase de cosas que atrapa el colectivo sin cesar, como un entomólogo que añade curiosos ejemplares a su colección. Raras piezas que puede conseguir sin rebasar los confines de su jardín.
Puesta de largo
Los hiperactivos hermanos Safdie, no contentos con hacer cortometrajes y “botones”, también han incursionado en el largometraje. De eso sólo podemos ver en la web trailers e información, pero lo cierto es que sus dos largos, The Pleasure of Being Robbed y Go Get Some Rosemary han pasado por el circuito de festivales, formando parte de muestras como la Quincena de Realizadores de Cannes, Sundance, la Berlinale, o la sección oficial del Festival de Cine de Gijón. De nuevo, sus ficciones de andar por casa (o de callejear), evocan en cierto modo a niños jugando hasta que el sol empieza a ponerse en las calles de Brooklyn. Ocurre con Go Get Some Rosemary (aka. Daddy Long Legs), protagonizada por el también cineasta Ronnie Bronstein y por los hijos de Lee Ranaldo (Sonic Youth), pues nos remiten a su propia infancia con una historia en la que recopilan los recuerdos de las dos semanas anuales que pasaban con su disparatado e irresponsable padre, el mismo que les introdujo en el cine y les regaló su primera cámara.