Voyage dans la Lune [Viaje a la Luna], 1902. 12º cuadro: el sueño (A la izquierda, Georges Méliès). © Centre national du cinéma et de l’image animée, en depósito en La Cinémathèque française. Foto: Stéphane Dabrowski.
Esta exposición va más allá de reunir un buen número de testimonios del trabajo de Georges Méliès y de acercarnos a su biografía, razones que serían ya suficientes para recomendar su visita, sino que nos pone en contacto con el nacimiento del cine en su vertiente más creativa, y recorre los precedentes que hicieron posible su aparición.
Todo invento se materializa cuando la demanda social y la técnica (o tecnología) se ponen de acuerdo tras recorrer un largo camino; es ese contexto el que permite que determinados individuos, con frecuencia sin contacto alguno entre ellos, logren hallazgos similares en breves lapsos de tiempo. Es cierto que Melies no “inventó” el cinematógrafo pero sí se puede considerar el padre del cine como “fantasía”, como narración de mundos sorprendentes, rebosantes de humor, misterio y sorpresas.
La muestra de Caixa Forum Barcelona, comisariada por Laurent Mannoni, director científico de Patrimonio y Conservación de la Cinématheque Française, ofrece un recorrido a través de más de 400 piezas que se articula en dos grandes capítulos: la búsqueda de la imagen en movimiento a lo largo de la historia y los inventos que precedieron al cinematógrafo; y la biografía y trayectoria de Méliès a través de las diferentes facetas de su producción: actor, director –no solo de cine sino también de teatro–, empresario, realizador, productor, distribuidor, decorador, diseñador de vestuarios y escenografías, figurinista, dibujante, guionista, inventor… y mago, siendo esta faceta la que mejor define su torrencial trabajo y personalidad.
Así, desde las sombras chinescas, presentes desde antiguo en diferentes culturas, a linternas mágicas, discos estroboscópicos, praxinoscopios o una cámara cronofotográfica, perfeccionada por él, llegamos a las películas que salieron de su estudio, con especial atención a algunas de sus piezas memorables como Viaje a la Luna (1902), o la presentación de algunos de sus hallazgos visuales más influyentes : trucos mediante sobreimpresiones, la utilización de fondos negros, de los fundidos y encadenados, de efectos pirotécnicos y de tridimensionalidad o coloreado de negativos. Méliès realizo entre 1896 y 1912 más de 500 películas siendo pionero de la incipiente industria cinematográfica, aunque del esplendor pasaría a la ruina cuando el cinematógrafo comienza a configurar nuevos lenguajes expresivos, cayendo en el olvido en la década de los años veinte.
Entre la abundante documentación, dibujos y carteles además de imágenes de sus películas y proyecciones de las mismas, destaca la reconstrucción del estudio que construyó en Montreuil-sous-Bois, una gran nave acristalada donde instaló complejos mecanismos de filtrado de la luz y que fue el escenario donde rodó gran parte de sus películas.
Se trata de una exposición verdaderamente atractiva tanto para un público no especializado como para todo buen amante del cine y su historia, y solo se le puede reprochar un montaje excesivamente abigarrado y caótico, donde las proyecciones no pueden disfrutarse en las mejores condiciones. Entre las actividades paralelas destaca la programación de pases de doce de sus películas acompañadas de música en directo y una serie de conferencias sobre su figura y su época.