De vergüenza nacional a Patrimonio Mundial de la Humanidad
Pensar el territorio donde tiene lugar un gran evento artístico debería ser una premisa necesaria, aún más si consideramos la plétora de clónicos festivales, bienales y ciudades de la cultura que por doquier llenan el inagotable escaparate de las citas culturales internacionales. Si este principio tiene sentido casi siempre, en el caso de Matera es aún más pertinente.
Para entender y valorar su elección como Capital Europea de la Cultura conviene conocer su historia reciente, más allá incluso de su importancia como enclave medieval. Por encima de otros tantos momentos, Matera quedó señalada en la historia de la ignominia italiana cuando Carlo Levi escribió al final de la II Guerra Mundial Cristo se detuvo en Éboli, donde denunciaba las condiciones de insalubridad en la que vivían los habitantes de las cuevas que se extienden a lo largo de las faldas de la montaña que acoge el casco histórico de la ciudad (los famosos Sassi). El lector español o conocedor de Buñuel lo entenderá si decimos que pasaron a ser las Hurdes de Italia, como se puede comprobar en el documental Mathera de Francesco Invernizzi.
Por ello mismo, Palmiro Togliatti la denominó “vergüenza nacional” que había que erradicar; de ahí que no extrañe que varias de las piezas previstas en el programa para 2019 giren en torno a la vergüenza en sus distintas formas. Acto seguido fue promulgar en 1952 una ley nacional para el desalojo de todos los habitantes en cuevas, reubicados en barrios de nueva construcción. En 1964 fue elegida por Pasolini como el escenario principal de El Evangelio según San Mateo, no solo por ser un paisaje sin tiempo, sino también por su carácter simbólico para reflexionar sobre su época. De ahí que buscase también los rostros intensos que parecían “excavados en el diamante y en el carbón”. En efecto, todo visitante podrá imaginar con facilidad aún hoy las razones por las que Pasolini quedó fascinado por un patrimonio que tenía muchas caras: histórica, artística, urbanística y antropológica, desde donde pensar la historia universal y una comunidad marcada por el sufrimiento.
Una nueva ley nacional en 1986 dio un giro a la situación, para rehabilitar lo que se había convertido en el centro urbano abandonado más grande de Italia. Y mayor importancia tendrá su denominación como Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO en 1993, el sexto en orden cronológico en el país con mayor patrimonio artístico del mundo y el primero en su parte meridional, creándose además el concepto de “paisaje cultural” para describir su singularidad. Desde esta perspectiva se ha de entender cómo afronta esta población de 60.000 habitantes lo que podríamos señalar como un ajuste de cuentas con la historia.
Programa cultural
Los actos de inauguración de la capitalidad cultural de Matera fueron una acertada declaración de intenciones. Las diversas actuaciones perseguían construir una atmósfera poética más que buscar el frecuente efectismo de la sociedad del espectáculo, con un objetivo principal: el verdadero protagonista será la ciudad, que no puede más que conmover al espectador que la descubre.
Para esta población de asombrosa y extraña belleza parece que este carácter y escala menos monumental son idóneos, pero esto mismo plantea varias cuestiones sobre la variedad y aforo de los espectáculos, además del calado de algunas de las propuestas de cara al futuro de la zona. El programa general ofrece varias pistas al respecto.
Bajo el lema “Open Future”, las actividades previstas se articulan en torno a grandes ejes que pretenden dar visibilidad al patrimonio de la región (Basilicata):
- Futuro remoto: compara prácticas antiguas con modelos de vida aplicables con el fin de proponer ideas de cultura y desarrollo para los próximos decenios.
- Continuidad y rupturas: presta atención a las actuales desigualdades sociales y los espacios que habitamos, los éxodos actuales y el medio ambiente.
- Utopías y distopías: busca ir más allá de conceptos establecidos para el Sur de Italia, sirviéndose de juegos y deportes para imaginar alternativas posibles.
- Raíces y recorridos: trata la cultura de la movilidad que une Europa, además de las diásporas migratorias de Basilicata, reivindicando la cultura meridional.
- Reflexiones y conexiones: a partir del dicho latino Festina lente, se defiende el valor de lo slow para modelos de comunidad y prácticas narrativas con miras europeas.
Partiendo precisamente de este último punto, que aspira a “repensar las cosas ab initio y considerar cuestiones esenciales y valores fundamentales”, cabe preguntarse por el carácter reflexivo de las actividades y, por tanto, también por el público objetivo al que van dirigidas. Sin duda, se ha pretendido -como es frecuente en estos casos- un amplio espectro de visitantes.
En efecto, el público que ahora llena la ciudad es mayoritariamente escolar y a él parecen dedicadas las actividades inmediatamente más accesibles en el centro histórico, como Ars Excavandi, que incluye una visita a uno de los principales hipogeos y una exposición interactiva en el Museo Ridola, valiosa desde un punto de vista divulgativo pero cuya interacción no pasa de ser algo anecdótico, vistos desarrollos similares como el del Museo del Mañana de Río de Janeiro, donde los hábitos y creencias del espectador son verdaderamente interrogados y situados en un contexto futuro.
Ocurre algo parecido con el Atlas de las emociones de las ciudades en la Biblioteca Provincial “T. Stigliani”, realizada con cariño y pertinencia, pero algo naif y con una capacidad muy limitada, que plantea dudas sobre la relación entre el público al que se dirige y la disponibilidad de los contenidos del programa.
Otro cantar son proyectos como I-DEA. Archivo de los archivos: un viaje a través de las colecciones de Basilicata, uno de los pilares del programa, que pasa a ser un metaarchivo entregado al debate y a desarrollar acciones con un carácter más analítico y propositivo. Y sobre todo la recién inaugurada El Renacimiento visto desde el Sur, en el Palazzo Lanfranchi, donde se han implicado numerosos museos italianos y que seguro será del gusto de la mayor parte de los visitantes.
En cualquier caso, esta capitalidad cultural no ha hecho más que empezar. Se prometen otras citas llamativas, como la instalación Airport City: Tuning Gravity’s Strings de Tomás Saraceno, que estará situada en el Parque Nacional de la Murgia. Y, sin duda, varios de los platos fuertes se concentran en la parte performativa del programa, con actuaciones musicales, de danza y teatrales que han generado expectación, del preestreno europeo del Apollo Soundtrack de Brian Eno al proyecto IN ViTRO o el itinerante Aware.
Igual que ocurre con otros eventos señalados, el aforo puede ser de nuevo un problema, pudiendo convertir muchos de estos espectáculos en elitistas al contar con una capacidad máxima de 140 puestos. Sin embargo, otros prometen explotar la escenografía habitual de los Sassi, que no debería tener estas limitaciones y que, además, involucrará directamente a los ciudadanos de Matera, como es el caso del Purgatorio de Dante, en colaboración con el Teatro delle Albe y Ravenna Teatro, o la Caballería Rusticana, en colaboración con el San Carlo de Nápoles.
En perspectiva
Llegados a este punto, más allá de las actividades más evidentes, es justo preguntarse por la implicación de la ciudad y, sobre todo, su futuro, puesto que ha sido uno de los aspectos negligentes de muchas de las ciudades que han acogido acontecimientos similares, no quedando más que en una declaración de intenciones sin continuidad de estructuras o dinámicas; pensemos por ejemplo en la Manifesta de Murcia y Cartagena.
Aún es pronto para valorar el impacto positivo en el tejido urbano y en la vida de los ciudadanos de Matera y Basilicata, pero cabe destacar la existencia de varios proyectos que incluyen residencias de artistas, la implicación activa y continua de las escuelas y el planteamiento de nuevos recorridos que favorecen que se pueda contemplar la rica herencia de Matera.
Uno de ellos es Pabellones invisibles, promovido por la Fondazione SoutHeritage, caracterizada por promover una reflexión sobre la responsabilidad de la arquitectura contemporánea. Este proyecto recuperará siete cisternas locales, las conectará y en cada una de ellas habrá una intervención artística. Y es precisamente en estas incursiones en las entrañas de Matera donde aparece con un encanto nuevo la ciudad, posibilidad que también facilita otro proyecto que suele pasar desapercibido: Matera Alberga, con proyectos site specific en algunos de los hoteles más cuidados, como es el caso de la instalación de Alfredo Pirri en las cisternas de la Corte San Pietro o la performance de Georgina Starr en Sextantio.
Esto permite satisfacer en parte al espectador ávido de bienales y encuentros internacionales, cuya oferta de arte contemporáneo viene completada por otras instituciones que sorprenderán por el contenido pero, especialmente, por los lugares que nos descubren, desde el MUSMA (Museo de la Escultura Contemporánea) a la que fue casa del pintor español José Ortega durante su exilio, o también el Circolo Culturale La Scaletta, que al margen de la exposición que tenga en el momento, tiene en su interior las iglesias rupestres de la Virgen de las Virtudes y San Nicolás de los Griegos.
En efecto, independientemente de los gustos del visitante, todas las actividades invitan a volver la mirada sobre el territorio, bien porque estudian su historia o porque permiten explorar un conjunto urbano que, en definitiva, es la atracción máxima. De hecho, entre las 150 iglesias rupestres de la zona, hay algunas con una belleza sin duda emocionante, como es el caso de Santa Lucia alle Malve y la Cripta del Pecado Original.
En suma, además de ofrecer un programa cultural interesante, y a pesar de sus altos y bajos, cabe destacar que se muestra también la voluntad de crear sistema y demostrar un retorno inmediato para el conjunto patrimonial y comercial de la ciudad, como hacen otros encuentros en Italia, donde lo principal es la actividad cultural, pero involucrando al conjunto comercial y ciudadano que la hace posible.
Esta característica hace pensar que el esfuerzo invertido, de programación y de organización, tanto desde el punto de vista del alojamiento como por el plan de movilidad activado, garantiza una visita placentera al mismo tiempo que favorece la continuidad de un proyecto turístico y cultural -no exclusivamente el primero- que, en suma, pretende volver los ojos hacia este lugar extraordinario, pero no únicamente con miras locales sino siempre abierto a Europa.
En efecto, valorar la esencia europea de la propuesta no es un dato menor en un momento donde precisamente las políticas europeas no gozan de una gran fortuna y donde temas como la contaminación cultural, la inmigración y la identidad nacional se han convertido en incesante motivo de conflicto. Esto es promovido gracias a la frecuente colaboración con otros lugares e instituciones, como Plovdiv, la ciudad búlgara con la que Matera comparte el título de Capital Europea de la Cultura en 2019, el Festival Filosofía de Modena, o el hecho de que todas las grandes poblaciones de la región se conviertan durante un día en la Capital, albergando alguno de los eventos culturales del programa, con frecuencia desarrollado con instituciones de diversas regiones y países.
Por tanto, en su conjunto, este Open Future ofrece con sensibilidad una reflexión sobre nuestro tiempo y sobre un territorio inexplicablemente desconocido para muchos, poniéndolo en valor para atraer a visitantes que quedarán cada vez más fascinados a medida que profundicen en el mismo. Habrá que estar atentos a las conclusiones a finales de año y será entonces el momento de valoraciones más profundas, pero la organización ya ha conseguido un hecho significativo: que las maravillas de esta ciudad insólita y encantadora sean más conocidas en el mundo.