Gilbert & George
En 1997 un pequeño grupo de galerías de Palma decidió inaugurar a la vez al inicio de la temporada y de este modo arrastrar al público habitual a un recorrido por las diversas galerías de la ciudad. En aquellos años era una práctica habitual en algunas ciudades como Nueva York, París, Berlin o Colonia, aunque la circulación de público tendía a circunscribirse en barrios. Las dimensiones reducidas de Palma permitía abarcar mucho más y el arranque de la temporada expositiva fue consolidándose como un evento muy popular y de calle, al que se empezaron a sumar los espacios institucionales. En España, Palma fue ciudad pionera en este tipo de operaciones, se adelantó a las Noches en Blanco de otras ciudades y es la que mejor ha mantenido el interés popular y un crecimiento sostenido. Sin embargo, a pesar de un éxito que se mide en cifras de asistencia, este tipo de eventos tiende a falsear las perspectivas: el público se concentran en un día, pero abandona el resto del año, el impacto de lo festivo no crea hábitos culturales si no se acompaña de otras iniciativas.
Es muy curioso que a pesar de la escasez de visitantes que han experimentado los museos y galerías de arte desde el estallido de la crisis, este tipo de formatos sigue concitando la atención de un público interesado en el arte solo ocasionalmente.
No deja de resultar también llamativo que las galerías, impulsoras del evento, sean las que más sufren durante el año la merma de visitantes, pero sobre todo de coleccionistas, lo que pone de relieve que uno de los principales problemas del arte en España es la fragilidad de su coleccionismo, que a los primeros síntomas de turbulencias abandonan el barco y parece que muchos ya lo han hecho definitivamente.
El pasado mes de julio, Ferran Cano, uno de los galeristas más singulares y arriesgados que ha tenido España y que desde los años 80 fue un referente de como se podía trabajar con artistas jóvenes desde la periferia, cerró sus dos galerías de Palma y de Barcelona. A los 73 años Ferran Cano se ha jubilado, pero es evidente que las circunstancias actuales parecen poner muy difícil el trabajo de los galeristas. Aún así en los últimos años han surgido nuevos proyectos, como la Caja Blanca, que en muy poco tiempo se ha posicionado en el panorama de la Isla con una programación joven e internacional y que en esta ocasión expone un proyecto de Julia Geiser (Suiza 1987) que cuestiona los modelos de distribución y de precios del mercado del arte. También resulta muy llamativa la apertura de nuevo espacio de dos pisos de la Galería Horrach Moyà en un caserón del centro de la ciudad y sobre un restaurante de moda, mientras mantiene abierta su otra sede, aunque solo mediante visitas con cita previa: espectacular es sin duda el poderoso montaje que presenta Joana Vasconcelos con recargadas instalaciones de un neo-barroco pop entre lo divertido, el kitsch y una cierta idea del interiorismo fantástico.
Otra de las propuestas más intensas de la Nit fue la exposición Memorias imaginadas de Mitsuo Miura en la Galería Maior: con mínimos recursos el artista crea un ambiente a través de lo que denomina columnas invisibles, realizadas con cintas de colores.
La cita, con su éxito mediático y de público, es un estímulo para las galerías que realizan un enorme esfuerzo, recompensado por una programación diversa pero de gran calidad e interés.
La Galería Xavier Fiol presentó bajo el título de Boires / Nieblas, la última obra de Ricard Chiang, un pintor nacido en Barcelona y residente en Mallorca, que ha evolucionada desde un realismo conectado con la ilustración onírica hacia una abstracción muy refinada en la que dibujos gestuales asumen el aspecto hiperrealista de árboles desnudos vistos entre la niebla.
Frente a las propuestas individuales de artistas de larga trayectoria como Pep Canyelles en Altaïr, los dos espacios de Pelaires (la galería y el Centro Cultural) ofrecen respectivamente dos colectivas de tesis, comisariadas por Gomezdelacuesta: Sex, Lies & Photos en la que se incluyen obras de Carlos Aires, Xisco Bonnin, Germán Gómez, Antoni Socias y Marcelo Víquez; y High Society, una reflexión crítica sobre las condiciones que impone el poder y la economía, en la que participan entre otros Avelino Salas, Albert Pinya, Santiago Morilla, PSJM, Democracia, Cyro Díaz y Todo por la praxis.
Con este tipo de planteamientos expositivos las galerías aparecen con un vigor imaginativo y una capacidad de riesgo que hace ya tiempo ha desaparecido de los espacios institucionales y los museos de la isla. Bien es cierto que la Nit de l'Art fue una creación de las galerías, y a ella se sumaron y se siguen sumando las instituciones, más que nada para aprovechar el tirón mediático y acaparar un espacio de cara al público que en el día a día, fuera de los festejos, no saben ni gestionar simbólicamente ni administrar de manera inteligente.
Este año, en el que la Fundación Miró estaba sometida a la polémica de la desaparición y misterioso e increíble hallazgo de una de sus obras, que tiene más de conspiración que de robo, y Es Baluard exhibía fondos de su colección y una instalación de Amparo Sard, el evento institucional se situaba en el Casal Solleric con la inauguración de la exposición London Pictures de Gilbert & George, una muestra que reúne miles de carteles recuperados y robados por los artistas británicos y clasificados por las palabras o expresiones que en ellos aparecen.
Con la presencia de los artistas, el acto reunía las condiciones de un gran evento social. Sin embargo, al alcalde le esperaba en la puerta una multitudinaria manifestación de profesores en huelga de la "marea verde" que protestan desde hace meses por la degradación de las condiciones de trabajo y los drásticos recortes en la educación pública. La manifestación, que se inscribe en un extendido malestar social, cuestionaba la inmediata puesta en marcha mediante decreto ley, de una educación trilingüe para la que ni el profesorado ni el alumnado están preparados y que resta horas lectivas en catalán. El decreto ley ha sido leído por el sector docente y gran parte de la ciudadanía como una artimaña cuyo objetivo es el de esquivar la suspensión cautelar de la aplicación de la ley decretada por el Tribunal Supremo de Baleares.
El asombro de Gilbert & George, fue mayúsculo pero parecía traslucir un cierto regocijo, cuando un sector combativo de la manifestación se sumó a la comitiva oficial y continuó gritando las consignas reivindicativas a lo largo de todo el recorrido de la exposición, ante una exquisita (flemática) y respetuosa actuación de los vigilantes de seguridad. Más adelante, un gran número de integrantes de la manifestación, escrupulosamente vestidos con camisetas verdes, invadió las salas del Casal Solleric, como una masa curiosa de visitantes más que se detenían ante la instalación de Pep Llambías en el patio, recorrían atentos las exposiciones y se sumaban al vino patrocinado. Nunca antes ha tenido el Casal Solleric una afluencia tan nutrida de visitantes y desde luego parece claro que si los manifestantes, docentes o no, asistieran regularmente a las actividades culturales algunas cosas podrían empezar a cambiar en el país. No cabe duda en cualquier caso que la atracción y lo que movilizaba no eran Gilbert & George, tampoco el vino, sino el alcalde y las polémicas leyes del gobierno autonómico.
La Nit de l'Art tiene un formato expansivo, y más aún con el Off. Todas las exposiciones se suman, las que ya estaban inauguradas, como una muestra de difícil montaje de Tony Cragg en la monumental Lonja medieval, así como un sin fin de propuestas en espacios comerciales o improvisadas en portales y garajes, algunas son divertidas otras de escaso interés, y todo ello aporta confusión para una noche multitudinaria.
Ante la crisis y el declive de las instituciones públicas y a pesar de las deserciones que diezman al coleccionismo, la Nit de l'Art deja una esperanza: menos mal que quedan las galerías.