Vista de la exposición. Cortesía de la galería T20
Las posibilidades del patrón
¿Cuáles son las posibilidades o el sentido de nuestro devenir? ¿Cuál es el estado inicial en el desarrollo de una obra? En el caso de Sonia Navarro está claro: la idea de patrón siempre ha estado presente en su trayectoria como punto de partida que une su obra, adquiriendo mil formas dentro de un lenguaje pictórico que se sirve de la costura como elemento principal de expresión. Con la creación de este discurso no es ajena a las dialécticas de género y al uso que han hecho éstas del cosido como herramienta formal a la que ligan un pasado de sometimiento doméstico, sin embargo, Navarro ha construido un lenguaje personal por encima de consideraciones que limiten su obra a la condición feminista.
Observando en concreto Infinitas hechuras, parece materializarse una mirada retrospectiva atenta a lo esencial en su modus operandi, para dar ahora un nuevo paso. La idea que conduce la exposición es que «con un mismo patrón se pueden hacer infinitas hechuras» -como confiesa la artista- para pronto descubrir la polisemia del término “patrón”, que va más allá del mundo textil, sugiriendo numerosos diálogos sobre los patrones establecidos: los sociales y artísticos, secuencias recurrentes, ciclos, frecuencias que no cuestionamos, patrones de conducta en los que, en definitiva, tenemos que encajar.
Esta exposición parece un hito necesario en el recorrido artístico de Navarro, ahora que lo performativo y la inclusión de colectivos en su proceso de trabajo van siendo cada vez más comunes, como demuestran su intervención en ARCO 2010, su pieza para los Paralelos de Manifesta 2010 o talleres como el llevado a cabo en Guatemala. Así, junto al trabajo en tela, las dimensiones escultórica e instalativa vuelven a cobrar fuerza, sustituyendo los terciopelos de otras ocasiones por fieltros, maderas e hilos tensados, materiales más rígidos que enlazan con ese pretendido carácter de metáfora social, que transmite fragilidad, especialmente desde la delicada instalación de hilos que dibuja sobre la pared la trama de otra lábil realidad.
No obstante, la obra principal es la gran pieza escultórica que domina la escena y que sirve para que el espectador entienda y descubra una lógica interna en la que las potencialidades de cada obra responden a su variación infinita, desvelando una arquitectura que es memoria, pero sobre todo potencia.
Así, enfatiza la función primordial del patrón: servir de base para una construcción posterior, lo que es evidente desde el patrón serigrafiado sobre fieltro en el que se va interviniendo mientras cobra volumen, mostrando una sutil paradoja: la evolución de una misma constante crea una multiplicidad que va dando lugar a distintos originales. De esta forma, el punto de origen se ve transido de perspectivismo, como un gran juego de experiencia, donde la realidad es solo expresión de la posibilidad.