Toda "historia" alberga en su interior la relación entre lo que sucede y el discurso que lo describe, es decir, entre los acontecimientos y el plano narrativo elegido para darlos a conocer, con sus posicionamientos e intereses. Discurrir sobre estos términos es hacerlo sobre el modo en que los hechos son revelados y, para ello, es necesaria la academia para dar rigor al relato y al contenido del mundo que cada investigación desvela.
En efecto, revisar sus procedimientos y posicionamientos es una labor que conviene realizar continuamente. Además, como explicó E.H. Carr: "El historiador serio es aquel que reconoce el carácter históricamente condicionado de todos los valores, y no quien reclama para sus propios valores una objetividad más allá del alcance de la historia".
Con este espíritu se celebró en Viena en 1873 el primer encuentro internacional de historia del arte. Desde entonces son varios los momentos en los que la comunidad científica se ha reunido, destacando las 35 ediciones del CIHA (Comité International d’Histoire de l’Art), un congreso que no ha parado de aumentar su prestigio -como demuestra que este año haya recibido la Medalla de la República de Italia-, ofreciendo en cada ocasión una espléndida oportunidad para disfrutar nuevos descubrimientos, bien de nuevos materiales o de dialécticas inéditas entre los ya conocidos.
La última edición ha sido en Florencia (1-6 de septiembre de 2019) bajo el título Motion: Transformation, con la particularidad de ser la primera parte de un debate más amplio que continuará el año que viene en Sao Paulo con Motion: Migration. De esta forma, se pretende generar un lugar de diálogo transcultural, interdisciplinar e innovador -como reconocen los organizadores- acerca de un tema eterno, como es el movimiento, que se concreta en cada uno de los encuentros en torno a un argumento específico.
Con este objetivo, se establecieron para Florencia 9 secciones organizadas temáticamente: La mente mística como artista divino: visiones, producción artística, creación de imágenes a través de la empatía; Artista, poder, público; Arte y naturaleza. Culturas del coleccionismo; Arte y religiones,Diseño (en inglés, De/sign) y escritura, El fantasma en la máquina: ¿La desaparición de artistas, críticos, espectadores?, Construyendo un icono: Arquitectura del proyecto al producto, Materia y materialidad en el arte y la estética: del tiempo al tiempo profundo, y El viaje.
En ellas ha habido representantes de instituciones como la Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales (París), la Humboldt-Universitat (Berlín), la Columbia University (Nueva York), la Deakin University (Melbourne), la Jawaharlal Nehru University (Nueva Delhi), la Universidade Federal (Sao Paulo), la UNAM (Ciudad de México), la Scuola Normale Superiore (Pisa) o la University of Hong Kong, entre otras.
Así, entre más de un centenar de participaciones, esta edición ha ofrecido refinadas intervenciones del nutrido grupo procedente de una de las instituciones organizadoras, el Kunsthistorisches Institut in Florenz-Max-Planck-Institut, como fue el caso de Hannah Baader o Fabian Jonietz, y también la oportunidad de descubrir el valor fonético de los jeroglíficos mayas, gracias a Erik Velásquez García y Sanja Savkic, rastrear la fortuna en Sudamérica y Asia de la iconografía de las maravillas del Mundo Clásico, por medio de Marco Folin y Monica Preti, profundizar en el Warburg cartógrafo, en la conferencia de Dimitrios Latsis, reflexionar sobre conceptos como "modernidad" o "vanguardia" en ámbitos orientales o islámicos, en las ponencias de Kwan Kiu Leung y de Nadia Radwan, relacionar la estética de la destrucción y el patrimonio contemporáneo, con José A. González Zarandona, retomar en otros contextos temas conocidos como la labor social del museo y su arquitectura icónica, como propició Katarzyna Jagodzinska, la presencia digital de lo efímero o lo incompleto, a través de Pamela Bianchi, o descubrir jóvenes artistas chinos que trabajan en ámbito digital, mostrados por Yi Zhuge.
Además, a estas jornadas se le sumaron otras actividades, como visitas culturales y conferencias abiertas al público en el Palazzo Vecchio, con la lección magistral a cargo de Kavita Singh y una tabla redonda en la que participaron Vera Agosti, Thierry Dufreene, Peter J. Schneemann y Valerio Adami.
Como se puede comprobar, los temas fueron variados y la mayor riqueza consistió en la variedad de orígenes de los ponentes, sorprendiendo el nutrido número de asiáticos, quizás explicable por la presidencia actual del CIHA de LaoZhu (ZHU Qingsheng). Aun así, hubo alguna excepción, como Stefano Cracolici, quien partió de supuestos de hace más de un siglo basados en que las culturas americanas no tenían historia, por lo que necesitaban viajar a Europa para aprender el gran estilo del pasado, quedando en el simple análisis de los programas culturales activados, sin poner en tela de juicio los supuestos coloniales de los que se partía. Por fortuna, y a pesar del poco tiempo para preguntas, desde el público se cuestionó esta lectura, que el autor circunscribió sucintamente al contexto histórico de partida.
En cualquier caso, imperó un ámbito riguroso y donde las negociaciones interculturales produjeron buenos frutos. No obstante, esta circunstancia debería despertar una reflexión: ¿el formato elegido propicia un verdadero intercambio de ideas?
Los términos del debate
En efecto, el formato elegido fue el habitual en buena parte de los congresos, es decir, lectura de ponencias y breves turnos de preguntas. Estaba previsto que al final de las sesiones hubiera una discusión entre los ponentes y unas conclusiones, sin embargo, solamente se realizó en algunas de las secciones y la variedad de temas propuestos no favoreció que hubiera conclusiones comunes o emergieran temas de trabajo.
Al respecto, habría que considerar al menos algunos aspectos para la organización de cualquier encuentro científico:
1. Selección y estatus de los ponentes. En este caso, hubo dos eventos abiertos donde se destacaban a algunos seniors, sin embargo, en el desarrollo general de las ponencias no se distinguió entre “emergentes” y “consagrados”. En Sao Paulo se volverá a segregar estos dos grupos, lo que suele generar una breve asistencia a las ponencias de los emergentes, que son, con frecuencia, los que se han preparado mejor la conferencia. En Florencia no se hicieron diferencias, con un resultado francamente óptimo.
2. Exposición de los papers. El contexto académico, con intervenciones de 20-25 minutos y en inglés son condiciones que inclinan a los participantes a leer más que a explicar, contando con poco tiempo también la discusión (5-10 minutos), lo que crea un formato monótono y en el que la discusión es breve.
3. Selección de los temas de las sesiones. Optar por temáticas más que por períodos históricos favorece el intercambio de puntos de vista diferentes gracias a colegas de otras especialidades, como demostraron algunos turnos de preguntas; sin embargo, en general esta opción dio lugar a ponencias muy diferentes, entre las que había pocos puntos de continuidad. No obstante, hubo pannels con un tema más cercano a un período histórico concreto, lo que favoreció que la discusión final fuera más proficua, como fue el caso de “El fantasma en la máquina”. Además, las sesiones se simultanearon casi siempre por pares, bien distribuidas, aunque en algunos momentos pudo crear problemas ante la superposición de ponencias que podrían interesar a un mismo espectador.
Para no alargar esta exposición, simplemente constatar que el formato condiciona o favorece en mayor o menor medida la construcción de un ágora transcultural, interdisciplinar e innovadora, como se pretendía, además de propiciar intervenciones más o menos atractivas.
Por poner algún ejemplo de otros formatos, uno lo ofrece el propio Kunshistorisches Institut: la Transregional Academy on Latin American Art, cuya última edición en Buenos Aires estaba orientada a ir más allá de realidades locales y a fomentar un diálogo entre investigadores venidos de diferentes lugares y entre generaciones, ya que en el fórum se otorgaba 2 horas al historiador joven y los seniors ejercían de moderadores.
Otro caso lo ofrecen encuentros de diseño, como la Bienal Iberoamericana de Diseño de Madrid o el Design Network cuando estuvo en el Design Council de Londres: tras varias ponencias de 20 minutos, se da paso a grupos de trabajo, donde se discute con todos los presentes. Esto solamente se puede hacer cuando los temas están muy acotados, el número de personas es limitado y no se entra en conflicto con otras actividades paralelas, pero con frecuencia da pie a una discusión profunda e incluso a colaboraciones futuras.
Está claro que no hay formato perfecto, pero también que los foros académicos deberían ir experimentando en este sentido, dejando la lectura de papers para la publicación de las actas con el objetivo de beneficiar el diálogo entre los ponentes y el trabajo colectivo. En cualquier caso, encuentros como el del CIHA son una oportunidad extraordinaria para abrir la mente a puntos de vista procedentes de todas las partes del mundo y conocer historiadores brillantes que siguen innovando en la disciplina. Por ello mismo, habrá que seguir atentos a la evolución de estas temáticas y a sus Migraciones en Sao Paulo 2020.