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miércoles, 12 de febrero de 2014

7.000.000.000 en el Espai d’Art Contemporani de Castelló

Por: Alicia Murría
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Carlos Motta We Who Feel Differently (Nosotros que sentimos diferente), 2012. Cortesía: EACC.

Comisariada por David Arlandis y Javier Marroquí la exposición "7.000.000.000", un título que en principio parece enigmático pero que alude a la cifra estimada de la población mundial, es una inmersión sin concesiones en la realidad que vivimos e invita a pensar otros modos de convivencia, de desarrollo y de relación con el entorno.

Catorce trabajos de otros tantos autores individuales y colectivos inciden en cuestiones como la contaminación del planeta, el urbanismo caótico, la libertad de movimientos del capital frente al control de los individuos, las fronteras a la inmigración, el control patriarcal, las desigualdades económicas… Pero no solo se aborda aquí una realidad inapelable sino que también se insertan un tipo de obras, algunas de carácter procesual, que se constituyen en herramientas participativas o que apelan a la resistencia o a la intervención directa; se inscriben en estas actitudes proyectos como el que presenta Tue Greenfort, titulado “Exceeding 2 degrees”; también “Time Bank”, la conocida propuesta de Julieta Aranda y Anton Vidokle; o la que desarrolla Núria Güell, “Oficina de Rescate Invertido”, quien, tras indagar en las fisuras del sistema bancario, ofrece asesoramiento personalizado con posibles respuestas o acciones a los damnificados por la banca (todos en realidad).

 

"7.000.000.000" se vertebra en torno a la idea de desarrollo sostenible (económico, social, medioambiental) que propugnara la ONU en su documento “Nuestro futuro común” que alertaba sobre la necesidad de que las generaciones presentes asumieran un compromiso hacia las generaciones futuras. Está claro que ese compromiso, presente en las agendas de los gobiernos de muchos países, no ocupa un puesto prioritario en las preocupaciones de la mayoría de ellos, sin embargo, aunque lentamente, va calando en una parte de la ciudadanía que empieza a asumir algunas cuotas de responsabilidad y también de exigencia hacia aquellos. Dicho esto, no se piense que la propuesta de Arlandis y Marroquí es una especie de aburrida arenga. Al contrario. Bien es cierto que el recorrido exige tiempo y atención, a cambio ofrece un plus de energía gracias a la selección de piezas que se ha realizado. Despliegues como el que plantea Carlos Motta en “Nosotros que somos diferentes”, donde articula una ingente documentación; “Egyptian Chemistry” de Ursula Biemann; o el ya mencionado “Time Bank”, ya merecerían desplazarse a Castellón para hacer una inmersión en ellos.

Junto a estos macroproyectos conviven otros que resultan no menos ambiciosos en su planteamiento conceptual pero que han sido formalizados con extraordinaria sencillez; por ejemplo el vídeo que registra la acción protagonizada por Regina José Galindo; o los gráficos sobre trabajo femenino no remunerado en el mundo, y traducidos a labor de ganchillo, con el irónico título “When Labour Becomes Form”, de las artistas Anetta Mona Chi?a & Lucia Trá?ová.

Bien lejos del humor se sitúa el trabajo que presentan Daniela Ortiz y José Quiroga, centrado en el cálculo de personas muertas en los últimos años al intentar llegar a las costas españolas (cifrada en torno a los 15.500), o las estadísticas “para entender el capitalismo en tiempo de crisis” de Juan José Martín Andrés.

Casi obligada en el mapa que aquí se traza resulta la presencia de Oliver Ressler (en solitario y, también, junto a Zanni Begg) con su registro de movilizaciones ciudadanas “Take the Square”; o el proyecto de Johan Grimonprez –un extenso videoblog ecologista basado en Youtube–. Para colofón, el colectivo Basurama ha puesto en marcha una de sus acciones participativas, consistente en la localización de despropósitos urbanístico que son captados por pequeñas cámaras adosadas a cometas voladoras. Queda como interrogante la obra presentada por nuestros admirados The Otolith Group (no estaba en funcionamiento el proyector), una buena excusa para una segunda visita a esta inteligente y oportuna exposición a la que solo se le puede hacer un reproche: se echa en falta, y mucho, que su inauguración no haya estado acompañada del necesario aparato teórico, que sabemos se publicará con posterioridad pero cuya ausencia deja un sabor extraño.

Finalicemos con un elogio al montaje, fluido y atractivo, algo que no era fácil de conseguir dada la densidad de lo que se muestra.

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