L’Imperi de les Estrelles. © CCCB / Toni Curcó
CCCB
BARCELONA
No cabe duda de que la proliferación de pantallas de todo tipo es uno de los fenómenos más inquietantes de nuestro tiempo, sobre todo por la omnipresencia que está adquiriendo en nuestras vidas el poder de ese rectángulo mágico que, desde el trabajo al ocio, pasando por la información y las relaciones sociales, mediatiza y condiciona tanto la vida cotidiana como la realidad perceptiva y sustancial.
Sin embargo, una las paradojas de este fenómeno se encuentra en el hecho de que, a mayor conciencia de la pantallización general del mundo, mayor es, también, la dificultad de despegarse de la propia influencia de las pantallas para conseguir una distancia que nos permita hacer una reflexión serena sobre el fenómeno en cuestión. Las pantallas ocupan espacio, tiempo y cerebro, podríamos decir.
Pues bien, tratar de facilitar esa distancia necesaria es uno de los aspectos más relevantes del proyecto expositivo Pantalla Global, una coproducción entre el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB), donde se puede ver hasta finales de mayo, y el Museo de San Telmo, de San Sebastián-Donostia, que acogerá la muestra de julio a septiembre de este año. El proyecto cuenta con tres comisarios: el filósofo-sociólogo Gilles Lipovetsky, el especialista en cine y literatura Jean Serroy y el artista y realizador Andrés Hispano.
El guión de la muestra y las tesis que la sustentan se basan en el libro que Lipovetsky y Serroy publicaron en 2007 con el título La pantalla global, cultura mediática y cine en la era hipermoderna. Sin embargo, quizás la idea tan discutible de “hipermodernidad”, tal y como la defiende insistentemente Lipotvetsky en estos últimos años, no es el aspecto más destacable de la exposición. Al menos en relación con el interés del despliegue expositivo que sí consigue transmitir la sensación expresada también por el sociólogo francés en términos como “todopantalla” para referirse a la idea general de la pantalla como dispositivo tecnológico que todo lo abraza y todo lo invade.
En este sentido, el montaje de la muestra está concebido como una “pantalla continua” (inspirada en la complejidad estructural de una cinta de Moebius) a través de la cual se articula una clasificación tipológica de las pantallas que, a modo de argumentos audiovisuales o ámbitos de reflexión, conforman de manera persistente nuestro actual paisaje de destellos de luz y sonido. Estas pantallas son: “la pantalla historia”, “la pantalla política”, “la pantalla deporte”, “la pantalla publicidad”, “la pantalla exceso” y “la pantalla vigilancia”.
De manera significativa, la muestra comienza con un ámbito dedicado
l cine como preámbulo de la exposición, en la medida sobre todo en que es en este medio –moderno a ultranza– donde se han formado la mayoría de arquetipos de nuestro tiempo, así como nuestra peculiar mirada-pantalla. Y, de manera significativa, también, la muestra termina con un ámbito dedicado a “la pantalla juego” que, a través de una recreación con tecnologías de realidad aumentada, conduce a una reflexión final que, más que dirigirse a la idea de “ocio” que se atribuye a los videojuegos, plantea la interacción entre la realidad física y la realidad virtual como uno de los dilemas que, en esencia, da sentido a todo el conjunto de la exposición.
Completa el interés de este proyecto el hecho de que, en paralelo, la exposición cuenta con una plataforma que –a modo de “contracampo” y de experiencia 2.0– está abierta a la participación sobre el tema a través de la aportación de los vídeos que se exhiben en la muestra y en una extensión web. Así como el propósito final de crear un archivo que recopile todo el conocimiento acumulado después de la itinerancia internacional de la muestra, que está prevista que comience en 2013 en la ciudad mexicana de Monterrey.