El escultor canario Martín Chirino ha fallecido este lunes en Madrid tras una larga enfermedad.
Nacido en Las Palmas de Gran Canaria en 1925, es uno de los escultores más importantes de las últimas décadas. En 1944 inició sus estudios artísticos en la Academia del escultor Manuel Ramas y más tarde se matriculó en la Facultad de Filosofía y Letras, pero abandonó esos estudios para ingresar en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando (Madrid).
Tras titularse, centró su trabajo en las labores del hierro, lo que se reafirmó tras sus viajes a París y Londres, donde completó su formación en la School of Fine Arts.
Durante sus años de formación, conoció y se interesó por las obras de Julio González, Miró o Picasso, quienes, junto a los constructivistas como El Lissitzky, se convirtieron en los maestros que inspiraron sus pasos y a los que dedicó sus primeros homenajes como escultor.
Tuvo un destacado papel en la renovación de los lenguajes plásticos durante la posguerra. Su incorporación en 1958 al grupo El Paso, integrado por Antonio Saura, Manolo Millares o Rafael Canogar entre otros, coincide con el surgimiento de un arte enraizado en la tradición española, desde una actitud crítica con la situación político social. En esta época encontró el motivo alegórico de toda su carrera: La Espiral, el Viento como resultado de su reflexión sobre la iconografía prehispánica y el legado de su cultura.
Entre otros, ha sido galardonado con el Premio Internacional de Escultura de la Bienal de Budapest, el Premio Nacional de Artes Plásticas, el Premio Canarias de Artes Plásticas o el Premio Nacional de Escultura de la CEOE. Además, destaca en su trayectoria la creación del Centro Atlántico de Arte Moderno de Las Palmas de Gran Canaria (1991).
Hasta el próximo 12 de abril puede vistarse en la Galería Cayón New Classic Models, la primera exposición individual en la galería dedicada a uno de los artistas más influyentes, Dan Graham (Urbana, EE.UU, 1942). El trabajo de este creador multidisciplinar reflexiona entorno a la comunicación de la práctica artística y la percepción individual y colectiva a través de la instalación, el vídeo, la performance, el dibujo, la fotografía y la arquitectura.
Desde los inicios de su carrera en los años 60, Graham investigó las estructuras perceptivas con un corpus de obras que implican activamente al espectador, convirtiéndole en un elemento esencial.
Sus instalaciones de vídeo, en las que el artista empezó a trabajar a partir de 1974, procuran generar un circuito cerrado en el que el público se sienta partícipe de la acción que se desarrolla en la pantalla.
Preocupado por la cultura de masas, los mass-media, y los centros comerciales a partir del año 1975 incluyó en su trabajo un material fundamental en su práctica artística contemporánea: el espejo- cristal, que le llevará a culminar a partir de 1978 una serie de construcciones, conocidas como Pabellones, que esconden una profunda reflexión sobre la arquitectura, el urbanismo contemporáneo de EE.UU y el paisaje. Estas instalaciones, conectadas con la idea del centro comercial moderno –“templo” de la sociedad contemporánea–, y con la arquitectura de grandes corporaciones se convierten en escenarios que incitan a la diversión y el entretenimiento gracias a su superficie reflectante y su configuración laberíntica.
Su práctica artística, en todas sus manifestaciones, está considerada como un conjunto de formas geométricas habitadas y activadas por la presencia del espectador, que genera una sensación de inquietud a través de un juego constante entre las percepciones de encontrarse dentro o fuera del espacio.
Sus pabellones han sido instalados en la azotea del Museo Metropolitano (Nueva York, EE. UU) en 2014; en el jardín del Museo de Arte Moderno (Nueva York, EE.UU) 2015-2016; en la Fondazione Zegna (Trivero, Italia) entre otras ubicaciones. La obra de Graham se conserva en los principales centros de arte del mundo, entre otros: Museo de Arte Moderno de Nueva York, Art Insitute de Chicago, la Tate Gallery de Londres o la Fundación Serralves de Oporto.
En 2016, el coleccionista Juan Várez Benegas donó al Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (Madrid, España) el Pabellón Daca (2008) que ha sido instalado recientemente en el museo.
El Museo Thyssen Bornemisza acoge Pioneras. Mujeres de la vanguardia rusa, una exposición que reúne una selección de 12 obras de las colecciones del museo de algunas de las artistas más importantes de este movimiento: Natalia Goncharova, Alexandra Exter, Olga Rózanova, Nadeshda Udaltsova, Liubov Popova, Varvara Stepanova y Sonia Delaunay, además de textos, biografías y fotografías. El montaje se completa con un vídeo de la restauración de las obras Pesca (Pescadores), de Natalia Goncharova, y Jugadores de billar, de Varvara Stepanova.
A comienzos del siglo XX, Rusia vivió un renacimiento cultural sin precedentes en el que las mujeres tuvieron un papel preponderante: la conocida como vanguardia rusa contó con una participación femenina no solo muy numerosa, sino también extremadamente activa y relevante.
Además, el martes 2 de abril, a las 18:00, tiene lugar una conferencia con acceso libre a cargo de la comisaria del montaje, Marta Ruiz del Árbol, en la que hablará de la vida y obra de las artistas presentes en el mismo.