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y arte contemporáneo

NOTICIAS: Arte

28/12/2021
Kaoru Katayama en el Proyector Vitrinas del MUSAC

Kaoru Katayama (Himeji, Japón, 1966) reside en España desde 1992. Consciente de su origen, un país donde las tradiciones milenarias coexisten con la más avanzada tecnología, construye un nuevo universo fruto de la hibridación entre su cultura de origen y cultura de adopción, en busca de una identidad propia y un renovado sentido de la pertenencia. Así, conjuga elementos asociados a la cultura popular y tradicional del Oriente y Occidente, y lo hace de manera natural y armónica para representar sus propias vivencias.

¿Por qué los monos trepan a los árboles? es el título de su exposición individual para el Proyecto Vitrinas del MUSAC. Partiendo del ensayo Why Look at Animals? de John Berger en el que el autor explora la antigua relación interespecies, Katayama reflexiona sobre su propia relación con la naturaleza marcada por las vivencias de su infancia. La serie de dibujos a tinta china que componen la exposición muestran a una niña en diferentes escenas con varios animales—escenas que beben de recuerdos, historias reales, relatos ficticios o composiciones oníricas—, acompañado de un mural específico. Con estos dibujos y con el mismo título de la exposición, la artista se sitúa en el momento de su vida en el que a su mirada hacia los animales le acompañaba otro significado (una mirada más salvaje llena de curiosidad y fascinación hacia otras especies), pero que tiene un papel importante para el desarrollo de conceptos en su vida adulta. Nos recuerda, cómo afirma Berger, que en el simple acto de mirar a los animales, estamos mirándonos a nosotros mismos. 

Comisariado: Kristine Guzmán

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20/12/2021
"Picasso y Aragón. Goya-Gargallo-Buñuel" en el Museo de Teruel

El Museo de Teruel presenta la exposición Picasso y Aragón. Goya-Gargallo-Buñuel. Un proyecto dirigido por Emmanuel Guigon que contempla casi un centenar de obras seleccionadas del Museo Picasso de Barcelona, la Fundación Bancaja, el Museo Pablo Gargallo de Zaragoza, Sucesión Gargallo, Galería Joan Gaspar de Barcelona, el Museo Nacional de Arte de Cataluña, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, las colecciones Fundación Mapfre, Ars Casacuberta Marsans, Filmoteca Española y coleccionistas privados.

Picasso y Aragón

Emmanuel Guigon nos introduce y valora que existen pocos elementos sobre la presencia del pintor en la región. Podemos suponer que viajó a Aragón durante varias estancias en el territorio catalán fronterizo de Horta de Sant Joan y antes de llegar de visita al domicilio familiar en Barcelona. Sin embargo, la relación de Picasso y Aragón se establece en numerosas referencias en sus dibujos, pinturas y grabados.

La presente exposición estudia el encuentro del artista con el territorio de Aragón a través de sus lazos con Pablo Gargallo, Francisco de Goya, y Luis Buñuel. La colaboración científica de Malén Gual, Laurence Madeline, Jèssica Jaques, Chus Tudelilla y Javier Herrera en el catálogo razonado ha aportado contribuciones inéditas al estudio de la obra de Picasso y Aragón, una tierra donde se cruzan vivencias diversas con estos tres autores esenciales que, de una u otra manera, con mayor y menor intensidad, formaron parte de su vida.

Son secretas las correspondencias con Goya puesto que, excepto de manera literaria, Picasso no reveló de manera explícita la influencia del pintor aragonés, como sí lo hizo, por ejemplo, con el Greco o con Zurbarán, aunque la referencia fuera clara y sabida por todo el mundo. La relación de Picasso con Goya fue una relación íntima, casi un vínculo umbilical entre maestro y discípulo a través del cual el pintor fagocita el trazo goyesco para llevárselo a su tiempo y a su pintura. «El arte de Picasso es un índice del arte del pasado. Es imperativa potestad del clásico exigir, generar una réplica activa (repetir) aun cuando tal actividad consista […] en aprender de memoria». George Steiner habla así de la necesidad de Picasso de repetir variando. Picasso mira a Goya y Goya muta en el trazo de Picasso, como se podrá apreciar en las series completas de ambos dedicadas a La Tauromaquia, entre otros grabados que componen la muestra. Ambos se reflejan en las inquietudes expresivas, siempre con una mirada avanzada a su tiempo, así como son figuras irreverentes frente al absolutismo y a la Iglesia de su época, y rejonean a una España convulsa.

Aragón se vincula con Picasso también desde una experiencia enteramente personal. Su amistad con Pablo Gargallo, empieza en la época temprana de sus visitas en Els Quatre Gats de Barcelona, hacia 1899, y se consolida durante la primera estancia de Picasso en París, en 1903. Es una amistad de camaradería, de compartir hallazgos de investigaciones plásticas y formales, una amistad entre Barcelona y París, fortalecida por las repetidas visitas y encuentros en sus talleres, así como por un apoyo estratégico mutuo; el de dos españoles extranjeros en París. A principios del siglo XX, ambos dibujaron escenas de calle, costumbres, modas y personajes de Barcelona, siempre con el ojo orientado a captar la vida y sus formas momentáneas. Esa primera etapa les sirve para entrenar la mirada estética más allá de lo aprendido en la Escuela de Bellas Artes de la Lonja, basada en el método de la copia al natural de modelos de yeso. Más tarde, ya en París, se decantarán por un arte más abstracto, Gargallo como escultor, Picasso como pintor, empezando a jugar con la forma, el vacío, los volúmenes y los trazos cóncavos, como un arte que se repliega más en sí mismo, que se presenta más opaco frente a la realidad. En 1907, Gargallo fabrica unas esculturas femeninas que, según su nieto, recuerdan a las Venus primitivas, referencia que en los cuadros de Picasso cada vez se hará más evidente, sobre todo después de su estancia en Gósol, en 1906, que marcará el inicio de su modernidad pictórica.

Finalmente, con Luis Buñuel hubo una relación más equidistante unida por las simpatías que ambos tenían por escritores y artistas de su época, como García Lorca, Juan Gris o Ismael de la Serna, aún llevándose entre los dos poco menos de veinte años. Y es este cambio generacional lo que también los distancia, siendo Picasso un pintor ya reconocido y discutido cuando Buñuel le conoce en 1925 en el estudio parisino de Manuel Ángeles Ortiz, cuando tenía apenas 25 años y un claro espíritu rupturista. Tal como cita en su autobiografía, Buñuel no pensó de Picasso que fuera alguien con el que se pudiera entender, siendo para él un personaje algo frío y deshumanizado, poco político, y no será hasta después de la guerra civil que esta idea cambiará, cuando Picasso performó, a través de su obra y de un exilio voluntario, su posición contra el fascismo y el horror de la dictadura. El traslado a México puso fin a sus relaciones asiduas, pero no a la admiración recíproca. Picasso asiste diversas veces a sesiones privadas del cineasta aragonés.

Los tres personajes se unen con Picasso y con Aragón desde lugares e historias muy distintas. Si Goya fue un maestro en un sentido holístico, Gargallo lo acompañó en sus primeros y decisivos pasos como pintor. Por otro lado, con Buñuel compartió el espíritu de una época y una ciudad, París, así como un extenso círculo de amigos, pues trazar una red de amistades fue siempre para Picasso una necesidad vital y espiritual, imprescindible para entender su vida y su obra como un todo en constante regurgitación. La apuesta de colocarlos todos juntos en una sola exposición es un intento de poner en valor los vínculos de amistad y de inspiración en la vida de Picasso, unidos ahora por una tierra que tuvo siempre presente en su memoria. 

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13/12/2021
Silvia Zayas en Matadero Madrid

Profundidad de campo, el programa dedicado a la muestra y estudio de las prácticas audiovisuales de Matadero Madrid, cuenta con una nueva entrega. En esta ocasión, se exhibirá en la Nave 0 la obra audiovisual de Silvia Zayas, cuyo proyecto fue seleccionado en la convocatoria extraordinaria Profundidad de campo de apoyo a proyectos audiovisuales en el marco Matadero Crea- 2020/2021.

Silvia Zayas (León, 1978) trabaja en la frontera de las artes escénicas, el cine y la coreografía expandida. Su propuesta ê es parte de una investigación sobre modos de percepción subacuática y presta atención a los sentidos y comunicación de tiburones y rayas, cuestiones poco estudiadas por la ciencia actual.

La artista ha trabajado acompañada por el especialista en bioacústica Michel André (Laboratori d’Aplicacions Bioacústiques, UPC), y el especialista en elasmobranquios Claudio Barría (Instituto de Ciencias del Mar-CSIC, y codirector de Catsharks, Barcelona). Y ha contado con otras colaboraciones puntuales, como la de Miguel Aparicio, A Smart Workshop y Underwater Barcelona, en una red de trabajo en constante transformación, ampliación y diálogo. Zayas inventa dispositivos para la filmación usando cámaras sin visor, de baja calidad que, atados a los cuerpos bajo el agua, graban sin usar el modo habitual mano-ojo. Durante meses, ha practicado a diario una atención lenta a fenómenos que producen variaciones en el entorno subacuático: puntos de energía, encuentros súbitos, aumentos repentinos de velocidad del agua…

La grafía ‘ê’ describe un sonido nasal que no existe en español y sí en la lengua materna de la artista: el portugués. Surge al taparse la nariz para ecualizar la presión bajo el agua, aunque algo más grave. Y es también el último sonido que queda tras la desintegración del lenguaje en un relato del escritor brasileño Guimarães Rosa.

La exposición es un vientre ocupado por una película central, titulada ê, y otras piezas en diferentes formatos, que son condensaciones deformadas de esa experiencia de relación con otras formas de sentir y percibir, un relato que, como la propia investigación, tiene sus flujos, lentitudes y agujeros narrativos. Una película de visualidad háptica, de ritmos, beats, clicks, impulsos.

En palabras de Zayas; “Las imágenes de ê se han filmado en el ecosistema marino de zonas urbanas del Mediterráneo catalán. Algunas son testigo de la inminente mutación de la zona del espigón de la playa de San Sebastián de Barcelona, cuyas obras de ampliación se inician ahora. Otras se grabaron en el bosque de postes de hormigón del Pont del Petroli, en parte derrumbado por el huracán Gloria. Otras entre aguas donde prevalecen los anzuelos de pescadores, en espigones industriales. Y algunas, a mucha más profundidad, bajo la luz indetectable del faro.

A través de apnea y buceo nocturnos, Claudio y yo iniciamos una búsqueda específica de poblaciones residentes de rayas eléctricas (especie TorpedoTorpedo). Nos sumergimos con el interrogante de por qué al contrario de otras especies de rayas en extinción en el Mediterráneo estas parecen resistir varios tipos de contaminación, incluida la acústica. A estas rayas popularmente las llaman tembladeras, un nombre que se hace verbo, porque te harán «temblar» si te dan una descarga. Las rayas dejan trazos, evidencias abandonadas tras dejar sus escondites en la arena. Presencias camufladas. Eficaces en desaparecer de casi todas las imágenes.” 

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