La galería Elvira González inicia la temporada con el artista japonés Yoshihiro Suda, que inaugura su primera muestra individual en España, en la que expone sus pequeñas plantas y flores hiperrealistas de madera. El espacio de la galería y el ambiente de la misma es fundamental para la creatividad del artista japonés. Para Suda las esculturas son intervenciones, superposiciones sutiles a un espacio existente. Cada escultura es solo la mitad de la obra de arte: la otra mitad es su instalación, como podrá comprobarse en esta exposición que forma parte del programa de Apertura 2014, inauguración conjunta de la temporada en las galerías de Arte Madrid.
El elemento sorpresa es fundamental para los trabajos de Suda: al entrar en la exposición los visitantes se preguntarán si se han pasado algo por alto. A pesar de que el espectador ya es consciente de que en una galería de arte es poco probable que haya plantas reales que crezcan en las paredes, el realismo de cada escultura exige una inspección más cercana de la obra. Esta fusión de los límites entre la realidad y la ilusión otorga un sentido surrealista a estas esculturas y consigue, en palabras del artista “convertir lo ordinario en asombroso”.
Yoshihiro Suda (Yamanashi, Japón, 1969) desarrolló su interés por tallar plantas siendo estudiante en la Universidad de Arte Tama en Tokio a principios de los 90. En estos años, en los que el arte conceptual imperaba y la idea de que el arte podía ser decorativo o estético era ignorada, la posición de este artista resultaba bastante sorprendente. Suda quiso crear obras que fueran únicas y que, al mismo tiempo, no requiriesen ningún conocimiento previo de la teoría del arte contemporáneo. De hecho, las técnicas escultóricas autodidactas de este artista combina prácticas de talla tradicional con conceptos modernos relacionados con el papel del arte en la vida cotidiana.
Influenciado por la tradición de los grandes escultores japoneses, Suda decide elevar y mostrar objetos como las plantas y la maleza desafiando nuestras ideas preconcebidas de lo que es una "obra de arte". Estas esculturas traen de vuelta al presente las ideas tradicionales de la belleza y la artesanía en el arte, invitando al espectador a observar más de cerca la decoración aparentemente insignificante que se puede encontrar en cualquier objeto cotidiano.
La galería Pilar Serra arranca la temporada con Obra sobre papel y obra gráfica, una exposición de Tom Wesselmann ( Cincinnati, 1931 -2004), considerado como uno de los más importantes artistas americanos que forman parte del Pop Art.
Los motivos elegidos para su obra – bodegones, paisajes, desnudos – son temas clásicos universalmente reconocidos en la historia del arte. A lo largo de su carrera ha ido reinterpretando esos temas utilizando sus propios códigos y expresando su propio lenguaje que se caracteriza por sus seguros trazos y sus atrevidos colores, y que a menudo incorpora símbolos de la cultura y el estilo de vida de EE UU.
Tom Wesselmann ha sido uno de los pocos artistas que aún después de la gran época en que triunfa el arte pop, conservó su propio lenguaje que continuó desarrollando con enorme inteligencia y sensibilidad. “Yo sólo soy un artista figurativo que trata de mi propia evolución en el arte figurativo que me precedió” afirmaba.
La aparición del erotismo en su obra se produjo en 1961 en los Pequeños grandes desnudos americanos y aunque siempre ha negado las referencias literarias en su obra, parece ser que la lectura por esas fechas de las novelas de Henry Miller le influyeron en el sentido de afrontar su propia sexualidad de forma muy directa. El psicoanálisis le ayudó a sentirse fuerte para hacer lo que quería, el primero de sus grandes cuadros Gran desnudo americano muestra una mujer desnuda en actitud más indolente que provocadora, su atracción sexual reside en sus líneas curvas y en su color muy saturado, o sea en los aspectos más abstractos, que hacen pensar en que representa una idea objetiva del sexo, más que una realidad. Sin embargó se decidió por pintar lienzos de grandes dimensiones donde los desnudos están a escala más o menos real, en muchos casos la escala mayor que la natural hacen de sus lienzos fragmentos en los que resalta un elemento, como un pecho femenino, o una boca.
Además de las pinturas, Wesselmann desarrolló unas obras en metal, a partir de 1983, en las que el laser ha recortado grandes planchas de aluminio, relieves ensamblados, que sintetizan su pintura con el objeto en el que la pared es el fondo y los planos superpuestos, aparentemente triviales, crean una tensión de enorme intensidad.
La obra gráfica es también una parte muy importante en la producción de Wesselmann, aunque no realizo muchas ediciones, hizo grabados, litografías, aguatintas, pero las más célebres son sin duda sus serigrafías, de las que en esta exposición presentamos ocho, junto con una pintura sobre papel. Estas obras se hicieron entre 1988 y 1998, con una enorme variedad de colores y matices, obras realmente complicadas en su estampación y en las que el artista aplicaba el color directamente sobre los acetatos. Son obras muy complejas en las que llega a manejar más de cuarenta colores. Los temas de sus serigrafías son semejantes a los de su pintura, ambas, obra gráfica y pintura, están muy cerca, algunas de sus cuadros más conocidos son reinterpretados en su obra gráfica introduciendo variaciones y enfocándolas desde diversos puntos de vista.
La galería Max Estrella abre la temporada con Samall Data de Daniel Canogar, cuya producción más reciente dgira en torno a obras que exploran la corta vida de los dispositivos electrónicos. En esta línea, su tercera exposición en la galería Max Estrella, explora la vida y muerte de la electrónica de consumo. Small Data presenta así una serie de dispositivos electrónicos abandonados (teléfonos móviles antiguos, impresoras, discos duros, etc.) que reciben proyecciones cenitales. Las proyecciones, orientadas con precisión sobre el material escultórico, parecen dar una nueva vida a las tecnologías obsoletas. El artista trabaja como un arqueólogo, encontrando los elementos entre los montones de desecho en chatarrerías y centros de reciclaje (verdaderos cementerios de la electrónica de consumo) para después organizarlos en baldas individuales, como si fueran restos frágiles de una época pasada.
Small Data explora la vida y muerte de la electrónica de consumo, y cómo cuando desechamos nuestros dispositivos, estamos tirando una pequeña parte de nosotros mismos. En un evidente juego de palabras con el término Big Data, que hace referencia a las grandes cantidades de datos que manejan las corporaciones y los gobiernos sobre los hábitos y la vida privada de las personas, Canogar propone una mirada íntima hacia el aspecto más frágil de la tecnología que domina nuestra sociedad.