El Palacio de Cristal (MNCARS) acoge el trabajo de Petrit Halilaj (Kostërrc, Kosovo, 1986), que está estrechamente ligado a su biografía, la historia reciente de su país y las consecuencias de las tensiones políticas y culturales en la región. Los recuerdos infantiles, bañados por el drama de la guerra y su condición de refugiado constituyen una constante en su práctica, donde aborda temas como el hogar, la nación y la identidad cultural a través de diversos medios, desde el dibujo y la escultura al vídeo, la instalación e, incluso, la escritura. En su planteamiento no existe, sin embargo, una ruptura entre lo personal y lo histórico, lo íntimo y lo social, sino una relación, una continuidad que está presente en su intervención para el Palacio de Cristal.
Quizás por ello, para esta exposición –la primera muestra individual que se le dedica en España– se invitó al artista, medio en broma, medio en serio, a realizar “la pieza de su vida”. Halilaj parece haber aceptado de forma casi literal esta propuesta, haciendo de su experiencia biográfica material artístico: ha convertido el Palacio en un gran nido que conecta el interior con el exterior, a los visitantes con el entorno, abriendo ventanas e instalando estructuras y comederos que atraigan a las aves y otras criaturas que habitan el Parque del Retiro o se encuentran en tránsito. Los pájaros son un elemento recurrente en su trabajo, simbolizan la transgresión de los límites que el pensamiento moderno establece entre sujeto y objeto, cultura y naturaleza. En concreto, el artista se ha inspirado en el singular ritual de apareamiento de los bowerbirds, que construyen elaboradas estructuras (bowers) y las decoran con objetos coloridos para atraer a la pareja. La idea de este ritual está muy ligada a su biografía: las grandes flores que decoran el nido, realizadas en un delicado marco de acero y lienzo pintado, son fruto del trabajo colaborativo con su compañero, el artista Álvaro Urbano. Su elección forma parte de la historia personal que les une y tiene el propósito de celebrar su unión: forsythias, semillas de palma, flores de cerezo, amapola, clavel y lirio. Sin embargo, estas referencias, lejos de quedar en el terreno de lo anecdótico, van más allá: al hacer pública su intimidad, esta cobra una dimensión social y política evidente, reclama visibilidad y aceptación; un gesto que adquiere aún más relevancia si atendemos al pasado colonial del Palacio como lugar de exhibición y exclusión, pero también como espacio público.
A este respecto, es fundamental para el artista formular tensiones y traspasar los límites entre aquello que se hace público, que se considera aceptable o susceptible de atención, y lo que, por el contrario, es censurado o desdeñado. El cuervo blanco que sostiene un trozo de madera en History of a Hug [Historia de un abrazo, 2020] habla de estas convenciones. En concreto, alude a un momento particular en la historia familiar de Halilaj: era la herramienta de trabajo de su abuelo en el campo y el objeto que sostenía cuando supo que su esposa había dado a luz a su primer hijo. Incapaz de expresar en público su inmensa alegría, que podría haber sido interpretada como un signo de debilidad en una sociedad patriarcal, abrazó el poste con tanta fuerza que pensó que lo rompería. Para el artista el motivo del cuervo blanco sugiere también la diversidad y la resistencia a cambiar para ser aceptado; en este sentido, es metáfora de muchas cosas: ser homo- sexual cuyo amor no es plenamente reconocido ni por su familia ni por la mayoría de la sociedad kosovar; ser una persona kosovar cuyo país no es reconocido por otros muchos, entre ellos España.
Como los nidos en la naturaleza, el espacio proyectado por Halilaj no puede considerarse autónomo o escindido de su entorno, ni de sus visitantes y sus actividades, sino que es, por el contrario, una continuación de los mismos. Esta relación, que puede entenderse como una forma de interdependencia, resuena en toda la instalación; por ejemplo, en las dos patas de pájaro que componen Here To Remind You [Aquí para recordarte, 2020]. Además, este nido tiene algo de desproporcionado y extraño en su envergadura, en la escala gigantesca de sus flores, en el protagonismo y el confort que se busca para los pájaros. El artista suspende así la perspectiva logocéntrica que nos hace creer que somos la medida y centro de las cosas para reconocernos como un elemento más. El nido se revela entonces como el escenario de un ritual que aguarda a que los encuentros, las alianzas y las uniones entre sus diferentes visitantes tengan lugar, alterándose y cambiando con el espacio.
A un cuervo y los huracanes que, desde lugares desconocidos, traen de vuelta olores de humanos enamorados es la primera exposición que se inaugura en el Museo Reina Sofía tras su clausura a causa de la pandemia de la COVID-19. De hecho, su montaje quedó interrumpido por la misma. En estas circunstancias, la propuesta de Halilaj no podría resultar más pertinente: la dedicatoria al cuervo y a los huracanes que establece en su título nos habla de la lucha que precede a la aceptación. La presente crisis ha evidenciado la debilidad del sistema económico en el que se asienta nuestro mundo y la insostenibilidad del crecimiento ilimitado de espaldas a la naturaleza. Nos ha enfrentado a nuestra vulnerabilidad e interdependencia, y ha situado los afectos y cuidados en el centro de una subsistencia común que no puede prolongarse sin tener en cuenta al resto de habitantes del planeta. Con este nido, Halilaj ofrece un refugio y, de este modo, apela a la esperanza, a la posibilidad de otro futuro distinto de aquel al que parecíamos abocados.
La Casa Encendida acoge Dokoupil. La rebelión contra el conceptualismo, una exposición comisariada por Christian Domínguez, que presenta una selección de obras del artista Jirí Georg Dokoupil (Krnov, República Checa, 1954), conocido por desafiar la clasificación artística con un estilo en constante evolución que abarca desde los años ochenta hasta la actualidad.
La muestra nos desvelará a través de sus obras la transición del artista desde una pluralidad de estilos en sus inicios, como reacción al frío conceptualismo, hacia una libertad creativa actual que pretende prescindir del imperativo del cambio permanente.
Dokoupil, miembro fundador del colectivo de arte Mülheimer Freiheit, ha explorado con más de cien técnicas artísticas diferentes y experimentando con movimientos como el neoexpresionismo, la figuración y otros estilos vanguardistas. Por ello, solo puede ser descrito como un artista posmoderno.
Su constante investigación sobre procedimientos pictóricos se refleja en sus series de pinturas de hollín en las que utiliza la llama de una vela como pincel para representar muy diversos motivos; en el uso del látigo como pincel; o en la incorporación de otros materiales no convencionales como burbujas de jabón líquido o neumáticos rodantes.
El Centro Botín acoge una exposición de albanés Anri Sala (Tirana, 1974), uno de los artistas más influyentes de la cultura contemporánea, cuyo trabajo indaga en los modos no verbales de comunicación por medio de novedosas técnicas narrativas que introduce por medio de la imagen en movimiento, la música, el sonido y la propia arquitectura del lugar en el que expone, generando una experiencia inmersiva de alto impacto sensorial en el espectador.
La primera frase del título –AS YOU GO– implica una doble idea de movimiento: el inherente a una obra basada en el tiempo, que se apoya en la música y la imagen fílmica. Y el propio movimiento del visitante al que Sala invita a participar en la creación de su propia experiencia individual de una exposición, que tiene algo de escenario teatral.
Son muchas las lenguas occidentales que comparten el modismo “construir castillos en el aire” para expresar la tendencia a elaborar planes poco realistas o excesivamente ambiciosos. Sin embargo, los franceses utilizan para decir lo mismo la frase “construire des châteaux en Espagne”. La expresión atrajo la atención de Sala que decidió en el título de su exposición, que se articula en tres entornos. El primero consiste en un sistema de video proyección de proporciones cinematográficas que se relaciona con la interpretación musical y en alusión directa al edificio. El segundo espacio presenta No Window No Cry (Renzo Piano and Richard Rogers. Centre Pompidou. Paris) que de algún modo revive una ‘veduta’ renacentista. El tercer acto ofrece una especie de ‘antiveduta’: All of a Tremble (Encounter1), donde genera una experiencia de sinestesia: no está claro si el sonido conforma la imagen o si es esta la que conforma el sonido.
Comisariado: Benjamin Weil