Alianza Francesa Madrid y Contemporánea presentan la exposición C215. Sobre todo, los objetos, la nueva exposición individual de C215 (París, 1973), tras años sin verse su obra en España.
La muestra, comisariada por Mario Martín Pareja, reúne decenas de obras originales sobre todo tipo de soportes u objetos. Objetos encontrados o re-buscados que demuestran la constante huella que este artista intenta dejar en la que es su mayor fuente de inspiración: la ciudad. Una ciudad a la que él desea embellecer, y por eso sólo pinta sobre superficies degradadas, adaptando el tema de su obra al entorno, contextualizándola, y sin tener la necesidad, por ello, de cubrir su rostro por miedo a ser multado.
C215, nacido con el nombre de Christian Guémy, es un artista francés de arte urbano, que en alguna ocasión ha sido descrito como "la respuesta francesa a Banksy". Se le considera uno de los mejores veteranos todavía en el juego. Su apodo viene del número de celda en la que una vez estuvo encerrado. Su obra se caracteriza principalmente por la retratística y uno de los temas más frecuentes de su trabajo artístico son los retratos de mendigos, personas sin hogar, refugiados, niños de la calle y ancianos. El artista dice que quiere llamar la atención con la gente que está siendo olvidada por la sociedad y que necesita de nuestro reconocimiento diario. Para C215, las partes más importantes de la obra y del stencil son los sentimientos interiores, la expresión de los ojos y la historia que hay detrás: "Al final, detrás de los retratos la cuestión es siempre la libertad y la dignidad en el rostro de la vida cotidiana en un sistema capitalista". Según él, el "arte urbano" es simplemente el intercambio de obras de arte con otros en contra de la gentrificación y la estandarización. El poner vida en las calles a través del arte es también una parte del aporte a la estética de lo cotidiano. Durante los años, su estilo se ha desarrollado desde una composición sencilla de retratos en blanco y negro, a una combinación multicolor a base también de plantillas y pintura a mano alzada a, incluso, la realización de instalaciones. C215 es un artista prolífico. Además de su trabajo en la calle, también produce obras de arte para galerías comerciales o ha colaborado con el videojuego "Far Cry 4". Su arte se puede ver en diferentes ciudades del mundo, como Barcelona, Ámsterdam, Londres, Roma, París, Nueva Delhi, Sao Paulo, Atenas, Estambul, Milán, Viena o Jerusalén. Contemporanea quiere agradecer a Alba Wystraete y todo el staff de la Alianza Francesa Madrid su interés para llevar a cabo este proyecto.
Este jueves 12 de noviembre, a las 19,00 horas, Rosalía Banet –ganadora del Premio de la Comunidad de Madrid Estampa 2015– presenta en Twin Gallery la exposición Constelaciones dismórficas, una reflexión sobre el ser humano dentro de un mundo cada vez más deshumanizado y alienador, un sistema que nos hace vivir en permanente conflicto y desequilibrio con nuestra esencia y entorno.
El proyecto está formado por una instalación para la que la galería ha cambiado su estética habitual, blanca y neutra, para pasar a un negro absoluto. Sobre estas paredes la artista plasma un simulacro de universo humano que representa un mapa celeste nocturno en el que la mirada ha sido invertida: ya no señala hacia arriba, no muestra el exterior, sino todo lo contrario, es una mirada a lo interno, a lo propio y cercano. Una mirada que enseña nuestra pequeñez pero al mismo tiempo nuestra inmensidad, comparable al universo. Es por tanto una mirada holística, que todo lo relaciona, que va desde lo individual a lo espacial, de lo conocido a lo desconocido, de lo cercano a lo lejano. Este gran paisaje nocturno está compuesto por más de 250 constelaciones humanas, dibujos sobre papel de diferentes tamaños, con fondo negro, sobre los que se dibujan las luces de pueblos, ciudades y urbanizaciones a modo de constelaciones.
Las constelaciones que aparecen en estos mapas nocturnos tratan de parecerse a las constelaciones estelares, aunque en su intento no hacen sino evidenciar la diferencia y constatar su artificialidad. Las constelaciones de estrellas que vemos en el cielo parecen tener una posición invariable, de hecho podemos comprobar cómo astrónomos de diferentes épocas y lugares señalan las mismas formaciones estelares; mientras que estas constelaciones humanas están en permanente cambio, sometidas al vaivén humano (financiero, político, ideológico, etc.). Son constelaciones que dibujan mapas en la oscuridad, que van desde zonas rurales a grandes urbes, pasando por urbanizaciones, pueblos y otros tipos de asentamien- tos humanos. Para su realización ha sido necesario llevar a cabo numerosas excursiones al anochecer a lo largo de casi un año, con el fin de fotografiar estos lugares, para después dibujarlos sobre el papel, en forma de cartografías nocturnas.
Esta instalación se completa con una serie de esculturas en forma de planetas enfermos, que cuelgan del centro de la galería. Así, de este cielo oscuro repleto de estrellas cuelgan esferas enfermas, a modo de planetas, que simulan ser de piel: dermis con infecciones, pruritos y otras alteraciones cuyo origen no se haya sin embargo en la superficie sino en el interior. Son enfermedades que se sitúan concretamente en el cerebro, pues todas ellas son psicosomáticas, que surgen de la exteriorización de un proceso mental, de un conflicto interno. Enfermedades que, en este proyecto, simbolizan el signo de nuestro tiempo, un tiempo confuso dentro del cual el ser humano se agita entre la obsesión, la dispersión y la desidia. Rastros corporales, fragmentos enfermos que aluden a la fragilidad, que muestran la vulnerabilidad del ser humano dentro del sistema que habitamos.
La exposición se completa con un pequeño gabinete de dibujos que bajo el título de Sangre, reflexiona en rojo sobre el ser humano dentro de la sociedad actual. Indaga en nuestras inquietudes, miedos, dudas, deseos, etc.
La tercera exposición individual del artista en la Galería Max Estrella confirma esplendidamente al color como principio y sustento de su trabajo artístico
La isla de Boneless nos traslada a ese enclave físico e interior recurrente habitado por Munuera. Espacio físico y geográfico de superficie natural, recortado por el litoral donde los límites se unen, se separan, se funden y se confunden siempre como un dibujo cambiante. Interior en cuanto a la experiencia solitaria de habitar y escudriñar cada fragmento de ese paisaje, que es la pintura. Acechando el tiempo en la pausada contemplación de sus leves pero perceptibles variaciones. Observación minuciosa y experiencia de la naturaleza. Naturaleza en el término más profundo que queda plasmada en la obra no por la representación o interpretación, sino en el comportamiento mismo del fluir de la pintura.
La tinta, manejada a semejanza de la técnica japonesa mokkotsu (boneless "representaciones sin hueso” es decir, sin los contornos delimitados), permite explorar las características propias de la fisicidad de la pintura, invitándonos a descubrir el color como naturaleza misma. Conducido, transformado, modelado al igual que los elementos que se disponen en la naturaleza. La pintura fluye al igual que el crecimiento de una planta. Bajo su forma aparentemente estática contiene en su interior la intuición del pasado y el futuro.
Ese tiempo y observación minuciosa puede verse también reflejado en obras como Claude Color Chart. La idea de montaje fílmico, fotográfico, cartografía o fragmentación unido en nuestra cultura a conceptos de exactitud y asimilados como verdades racionales, es conjugada en su resolución final por la intuición de los matices y relaciones. Percepciones que derivan de esa experiencia circular de observación y vivencia que nos conduce de la pintura al paisaje.Tiempo, mirada y color son posiblemente los tres grandes conceptos internos en la experiencia de la obra de Munuera. En palabras de David Barro: “Poco importa si son banderas o medallas, paisajes nevados o paisajes marinos, se trata, simplemente de pensar la pintura para dejarla respirar, dejando que el color trabaje, que la imagen se reivindique”. Una imagen inexistente que aflora y que debe desarrollarse siempre como un acontecimiento.