MAV, lanza la convocatoria de proyectos para la bienal MIRADAS DE MUJERES 2016, reformulación del Festival Miradas de Mujeres, celebrado en 2012, 2013 y 2014, que se convierte en bienal y tendrá lugar a lo largo de todo el año 2016.
Esta convocatoria está abierta a propuestas artísticas inéditas cuyo tema u objetivo principal sea la visibilidad de las mujeres en el ámbito de las artes visuales desde una perspectiva feminista. Los formatos podrán ser diversos: exposiciones, acciones, construcciones efímeras, proyecciones de vídeo, talleres, etc.
Un comité de trabajo, formado por expertxs y socias de MAV, se encargará de la selección de cinco proyectos financiándolos con una cantidad entre 1.000 y 3.000 euros por proyecto.
La convocatoria queda abierta desde el 12 de noviembre del 2015 hasta el 6 de enero de 2016. Los resultados de la selección se comunicarán el 31 de enero del 2016. Se pueden consultar las bases en http://www.mav.org.es
Hasta el 17 de enero el espacio La Fragua de Tabacelera acoge Lo invisible, una exposición de Rosell Meseguer, artista visual cuyo principal objetivo es la comprensión del rol que tienen las representaciones visuales en la cultura contemporánea y en la formación de nuestro conocimiento sobre el mundo en que vivimos. En esta ocasión la artista nos sorprende con un tema: el de la invisibilidad, que no está tan alejado de otros que han inspirado sus proyectos en los últimos años, como el Ovni Archive (2007-2012). Que esto sea así, implica una cierta conciencia de “obra”, que es susceptible de ser presentada de forma orgánica, como un todo, en la que su trabajo siempre trata de mantener unidos lo errático y la idea fija, la aceptación de los imprevistos y el rigor en el método.
La fuerza del montaje reside en este proyecto en la naturaleza de los documentos, pero también en el ajuste de un acompañamiento discursivo, y fundamentalmente en las piezas e instalaciones desperdigadas por el espacio: relieves o esculturas exentas, objetos, espejos, marcos, que se disponen en la sala como trabajos minimalistas, frágiles, delicados y cargados de diálogo con las vanguardias históricas. A través de ellos, Rosell subraya la fragilidad, variabilidad y multiplicidad de toda creación artística y de su mensaje, que se sostiene siempre sobre débiles estructuras cambiantes y en continuo equilibrio.
Rosell siempre acompaña a sus instalaciones de un material documental, de un archivo que refuerza conceptualmente el proyecto y a través del cual la artista, como una intérprete, construye un discurso, una “ficción”, una alegoría llevada a cabo con textos e imágenes “confiscadas”.
Estas proporcionan un medio de circulación e intercambio, puntos de tránsito entre historias y la recopilación de otras imágenes, cuya estela seguimos. Como en una proyección fantasmagórica, Rosell nos habla de las prácticas artísticas contemporáneas, que juegan a lo visible y a lo invisible aunque, en muchas ocasiones, desde una clara invisibilidad social.
El CAB de Burgos presenta hasta el próximo 7 de febrero dos nuevas propuestas expositivas de Abigail Lazkoz y Lucia Koch respectivamente.
Abigail Lazkoz muestra en Plasticidad maladaptativa una serie de dibujos a gran escala de vocación tridimensional que interactúan con el espacio expositivo Instalada en Nueva York desde 2003, y con gran proyección internacional, la artista vasca Abigail Lazkoz (Bilbao, 1972) presenta en el CAB la propuesta Plasticidad maladaptativa, en la que los dibujos en blanco y negro a gran escala, que son su principal seña de identidad, abandonan las paredes –en ocasiones, dispone algunos de ellos apilados en mitad de la sala– y reclaman un estatus de objeto tridimensional para interactuar con una serie de objetos y piezas escultóricas. Mediante esta fórmula, Lazkoz propone una reflexión sobre conceptos recurrentes en su obra, como el desajuste y la pertenencia, el consenso y el desacuerdo o el individuo y la mirada del otro.
Para su propuesta La temperatura del aire, Lucia Koch utiliza seis grandes cortinas de seda con distintas intensidades de color hasta crear una sucesión de planos traslúcidos de transiciones cromáticas, que pueden ser “atravesados” por el visitante. De esta forma, establece un diálogo entre el ámbito expositivo y el espectador que resignifica el espacio a través de la experiencia de percibirse en un nuevo contexto. Junto a la instalación, Koch acerca al CAB dos piezas de vídeo en las que el trabajo con la luz cobra también una importancia esencial.