El Centro de Arte La Regenta presenta Un extraño lugar, una exposición de obra reciente de la artista Noelia Villena.
Una de las líneas de trabajo más destacadas de la trayectoria de Noelia Villena es el desarrollo de una serie de instalaciones realizadas con cinta de embalar. En estas piezas, nacidas en el contexto de la crisis económica, la autora teje con cinta una serie de paisajes efímeros, como grandes naturalezas muertas, a modo de escenografías que hacen gala de la artificiosa nervadura de eso que llamamos paisaje natural. Con la cinta Noelia dibuja figuras planas que recuerdan al lugar de la niñez en el que animales de fábula trataban de explicarnos en qué consistía el mundo. De dichas siluetas escapan marañas de plástico y pegamento que dan forma a un bosque inanimado. Este indigno material nos señala que en la era de la productividad todo nuestro entorno puede ser reducido a mercancía y ante tal desolador paisaje, embriagarnos sin más de nostalgia ante la contemplación de un romántico paisaje ya no es posible.
En Un extraño lugar, árboles y animales enmarañados nos revelan la fragilidad de su (nuestra) existencia, recreando metáforas que nos interpelan, mostrando la violencia implícita que encierra un mundo heredado en el que impera la lógica del más fuerte: macho sobre hembra, hombre sobre animal, máquina sobre naturaleza… La lógica de la dominación es el hilo conductor del cuento más viejo jamás contado.
La Central del Diseño de Matadero Madrid acoge la exposición WEARABLES 2016, donde se muestran las piezas diseñadas con motivo del taller impartido por la arquitecta y diseñadora Amina Agueznay y promovido por FusiónCulturas y di_mad
Las piezas, de las cinco creadoras, nacen fruto de un proceso inmersivo e intuitivo, abriendo las vías a una experimentación multidisciplinar basada en una reflexión en torno a la materia.
Un amplio espectro de conceptos que culminan en la ejecución de un conjunto de obras textiles, aunando técnicas artesanales e innovación técnica. Una instalación artística que propone una dialéctica entre sujeto, material y objeto.
Participan en esta exposición: Carmen M. Castañeda Díaz, Carmen García Montesinos, Zuzana Kralova, Marianela Rivas Ferretti, María Tamames Sobrino.
La Sala kubo-kutxa Aretoa acoge la exposición Lazkano Ikusmira, la primera gran retrospectiva del artista Jesus Mari Lazkano. A través de más de un centenar de obras (lienzos de grandes formatos, dibujos, cuadernos de notas, etc.) se muestra su trayectoria artística de más de tres décadas de trabajo.
Al observar la trayectoria artística de Jesus Mari Lazkano se hace patente que su evolución pictórica es el resultado de dos causas entrelazadas: de una parte, un permanente viaje de reflexión en torno a la pintura como profesión, la imagen pictórica como representación y la Naturaleza como entorno, y, de otra parte, sus múltiples periplos por diversas y ocasionales geografías, a veces muy cercanas, a veces tan lejanas como imaginarias. Su pintura, por tanto, resulta del constante transitar por la historia del arte y por el mundo que históricamente se ha visto afectado por el arte.
Sus búsquedas y hallazgos tanto en la periferia de ciudades industriales actuales como en la Viena fin-de-siècle, la Roma arqueológica o el Nueva York del presente han estado acompañados por una creciente ampliación del campo de la mirada: desde portones y ventanales próximos, domésticos y vecinales, hasta la distante inmensidad de océanos y cordilleras montañosas.
Esa mirada exploradora, que a partir de lo cercano siente la necesidad de abarcar y comprender más, ha estado acompañada por una meditación acerca del paisaje y su relación con lo artificial arquitectónico. La arquitectura como resto sobreviviente (industrial o arqueológico), como luminosa transparencia (en invernaderos o en rascacielos de cristal) o como ornamento. Y el paisaje como un espacio cargado de simbolismo en el que han sedimentado muchos tiempos pasados, en el que cada época ha dejado poso, una huella geológica o humana. Los paisajes de Lazkano, en consecuencia, son espacios en los que el artista pretende que tiempo puede ser leído.
Paralelamente, se nutre de abundantes datos tomados de la historia del arte y, en concreto, de la historia de la pintura. Muchas obras suyas remiten, a veces secretamente, a Piero della Francesca o a Gaspar van Vittel, a Mark Rothko, José María Uzelai, Jorge Oteiza, los paisajistas norteamericanos del siglo XIX o a los fondos en las pinturas de Leonardo da Vinci y Joachim Patinir, a los pioneros de la ingeniería industrial moderna y a la arquitectura intemporal.