El MACBA acoge PUNK. Sus rastros en el arte contemporáneo, una coproducción entre CA2M, Centro de Arte Dos de Mayo de la Comunidad de Madrid, ARTIUM, Centro Vasco de Arte Contemporáneo, en Vitoria, el Museo Universitario del Chopo, Mexico y la Ciudad de Mexico, comisariada por David G. Torres y en la que participan más de sesenta artistas, nacionales e internacionales. Es un recorrido por la influencia del punk en el arte actual y se hace eco de la importancia de su presencia como actitud y como referente entre muchos creadores. La exposición comprende instalaciones, rastros documentales, múltiples, fotografías, vídeos y pintura; además, incluye una sección documental sobre los orígenes del punk y sus rastros hasta la actualidad.
Algunas de las temáticas tratadas son el ruido, la negación, la violencia, el nihilismo o la sexualidad. La insatisfacción, el inconformismo, la pérdida de fe en el progreso o la crítica feroz a los iconos del sistema económico y social aparecen en la obra de estos creadores.
El punk surgió en Londres y Nueva York entre 1976 y 1978 como una explosión de malestar y descontento ante una situación sin futuro que enseguida prendió y se extendió geográficamente. Una rabia que hoy todavía resuena. El periodista y crítico musical Greil Marcus esbozó por primera vez en 1989, en Lipstick Traces. A Secret History of the Twentieth Century (traducido al castellano: Rastros de carmín. Una historia secreta del siglo XX), un recorrido por los antecedentes del movimiento, remontándose al dadaísmo y el situacionismo. La exposición toma como referencia este libro y hace el mismo ejercicio a la inversa: es un ejercicio prospectivo que busca los rastros del punk en los artistas actuales.
En esta exposición, el punk aparece como una referencia explícita en muchos artistas; en los usos de elementos como el ruido, la tipografía de recortes, el antidiseño y el feísmo; o con la inclusión de referencias musicales explícitas a grupos musicales. Pero también se muestra el rastro del punk como actitud: la negación, la oposición y la destrucción; el hazlo tú mismo; la alusión al miedo y el terror en una sociedad que enajena al individuo; la propia alienación que provoca estados psicóticos; la valoración de lo que se sale de la norma; el nihilismo; la crítica al sistema económico y la anarquía; o la reivindicación de la propia libertad sexual, del cuerpo como lugar de batalla.
La escuela de Design del IED Madrid presenta la exposición Design for self sufficiency. Una exposición que expone los proyectos finales de los alumnos del 4to año de Diseño de Interiores y Diseño de Producto, proyectos que se han enmarcado bajo el concepto de SELF, subrayando la idea de autonomía del individuo y su incidencia en el ejercicio del diseño, propiciando una reflexión sobre la autosuficiencia de las personas y su relación con el entorno, sobre sus nuevas formas y experiencias. Una exposición que refleja conceptos como Ecodiseño, Social Design, Interacción, Diseño medioambiental o tecnológico, muy marcados en el carácter de la Escuela de Design del IED Madrid, que entiende al diseñador como agente de cambio.
Así podrás encontrar proyectos que abordaron temáticas como la tecnología, el futuro de las telecomunicaciones, la salud, el deporte, la belleza y cosmética, la energía, los servicios…. Ámbitos que han quedado significados por esta idea de SELF y que constituyen el escenario donde proyectar los nuevos modos de vida.
Desde estructuras que generan energía libre y producen electricidad sin necesidad de las grandes compañías de suministro, a aires acondicionados naturales o armarios para enseñar a los más pequeños a vestirse solos, pasando por objetos para hacer deporte que hacen más efectivo el ejercicio, o incluso un kit para fabricar nuestras propias barras de labios naturales y libres de toxinas o aditivos artificiales. Pero también hoteles y hostales perfectos para las personas que viajan solas, para aquellas amantes del deporte, para poner a prueba tus cinco sentidos o incluso para creadores, artistas o diseñadores.
Muchos de estos trabajos ya han salido de nuestras fronteras para ser expuestos en una de las ferias internacionales de diseño más relevantes, DMY Berlín, INTERNATIONAL DESIGN FESTIVAL 2016, celebrada en Berlín del 2 al 5 del pasado mes de junio. Aquí puedes ver cuáles fueron los proyectos expuestos
Creatividad, innovación y futuro es lo que rezuma la exposición Design for self sufficiency de nuestros alumnos de Diseño de Producto y Diseño de Interiores.
El Centro de Arte Contemporáneo de Málaga acoge la exposición de Pilar Albarracín. Ritos de fiesta y sangre. Comisariada por Fernando Francés, consiste en una selección representativa de su trabajo realizado durante los últimos 15 años. En la decena de obras que forman parte de la exposición se podrán ver esculturas, instalaciones, bordados, fotografías y vídeos. La artista invita al espectador a que se adentre en los estereotipos de la cultura española, pero desde una perspectiva diferente. Con ironía y haciendo referencia a la fiesta y el folclore, Albarracín interpreta tópicos mundialmente conocidos para hacer una crítica sobre cómo ciertos clichés perviven en el imaginario colectivo. Su trabajo no deja indiferente al espectador, ya que se encuentra ante situaciones con un poder de la imagen latente y en el que subyacen elementos descontextualizados con una fuerte carga simbólica. Actualmente, vive y trabaja entre Sevilla y Madrid.
“Mis ideas las reflejo en mi obra; existe la creencia de que como artista no te puedes equivocar, pero yo me siento libre. La espontaneidad se ha perdido mucho”, aclara Pilar Albarracín (Sevilla, 1968) cuando explica su trabajo. En Ritos de fiesta y sangre, la artista lleva a cabo un recorrido por sus trabajos realizados en los últimos 15 años. Los estereotipos y clichés andaluces son interpretados desde una perspectiva distinta, que se mueve entre la crítica y la ironía. Pilar Albarracín aborda en su obra temas como las desigualdades sociales, la identidad femenina o la violencia. Recurre a elementos conceptualmente sencillos, pero con una fuerte carga emocional, provocando diferentes sensaciones en el espectador, que no permanece indiferente ante lo que contempla en la sala expositiva.
Para Fernando Francés, director del CAC Málaga: “Pilar Albarracín recoge estos estereotipos del pasado y los reinterpreta en el presente, pero con una advertencia: una herencia cultural llevada al límite encuentra desenlaces inesperados. En la fiesta también hay drama, en lo tradicional también se encuentra vestigios modernos de existencia. Ni una acción ni la otra son excluyentes. En los ritos mantenidos durante siglos de existencia reside la capacidad de crear, como actos que se heredan, que se repiten continuamente, que forman parte de la herencia cultural que perviven en las sociedades actuales. [...] En este axioma existe una tensión que se resuelve de forma conceptual, a través de la imagen, que tiene un papel preponderante y lo que se proyecta a través de ella tiene un alcance más allá de lo que representa. La artista escoge entre los símbolos de la cultura popular y se posiciona ante ellos, cuestionando la autenticidad que le otorga el paso del tiempo. De repente, aquello que ha sido excusa o pretexto para definir unas señas de identidad se desmorona ante los ojos del espectador, una vez que ha sido manipulado por la artista. Y, además, lo hace de una manera violenta, como si bajara el telón del teatro de golpe”.
La artista multidisciplinar trabaja con los vídeos, fotografías, instalaciones, performances, esculturas, dibujos y bordados para exponer su visión sobre asuntos que le preocupan. El uso del color, sobre todo la gama de los rojos, persigue captar la atención del espectador de la sala y provocar diferentes emociones. En la artista sevillana, los estereotipos y la imagen del vernáculo andaluz adoptan una posición diferente a la festiva, para convertirse en una forma de denunciar el reparto desigual de roles en la sociedad, bien sea por motivos de género o por otras razones, como las minorías étnicas. La artista ejerce una crítica social y cultural en las que se sirve del humor y la tragedia a partes iguales para hacer efectiva su denuncia. A lo largo de su trayectoria ha sabido reinterpretar los diferentes códigos a partir de los cuales realiza su trabajo, siempre con una visión sarcástica de la realidad. Pilar Albarracín recurre al poder de las imágenes tradicionales, transformando elementos que la convierten en símbolos actuales, como en la instalación El Toro (2015).
En Asnerías (2010) la artista emplea la carga simbólica del animal para esta instalación. Al asno se le atribuyen diferentes características, aunque siempre se le ha identificado con un animal torpe y de escasas cualidades intelectuales. La artista recrea una escena en la que un asno, sobre una montaña de libros, lee atentamente un ejemplar. De esta manera, Pilar Albarracín ridiculiza el exceso de vanidad que son característicos de ciertos ambientes artísticos, equiparando al burro con el experto en arte. En otra de sus instalaciones, el animal también es empleado para enfatizar en el cambio de roles de la sociedad actual (Pavos Reales, 2010). A través de un ave, en este caso, el pavo real, la artista visualiza la inversión de los géneros masculinos y femeninos, despojando al macho de las vistosas plumas, el elemento que más lo identifica, y vistiendo con ellas a la hembra. Por último, el mundo animal y la relación que se establece entre el hombre y la naturaleza, pero desde la sumisión de la bestia a la acción humana, se visualiza en el documental Padre Padrone (2010).
El bordado como práctica artística casi en exclusiva femenina está presente en varios trabajos de Pilar Albarracín. En la serie Paraísos Artificiales (2001) o en Guapa (2015) recurre a esta técnica con la intención de otorgarle una mayor importancia a una técnica artística ancestral ligada al universo femenino, pero, a juicio de la artista, excluida injustamente de las Bellas Artes.
La ironía que emplea en sus trabajos a veces se contrapone a la rabia, otras de las emociones que queda retratada en su obra aludiendo a tiempos pasados, pero con continuidad en el presente. Al recurrir a estos sentimientos encontrados, la artista hace una crítica de la cultura popular y la censura, que aún pervive en ciertos ambientes (Prohibido el cante, 2001-2013).