El Espai 13 de la Fundació Joan Miró presenta, dentro del ciclo Un pie fuera. Expediciones y diásporas, la exposición de Momu & No Es Ser plural. Yo soy los otros, los otros son yo, que refleja la búsqueda constante de sosiego en una sociedad acelerada. A partir de un escenario a modo de parque temático, la exposición intenta dar respuestas a una serie de preguntas sobre el tiempo que vivimos, las cosas que anhelamos y las recompensas que esperamos por nuestros esfuerzos diarios.
Para ello, Momu & No Es proponen una nueva instalación que recrea un campo espectral a través de un conjunto de elementos escultóricos, sonidos mántricos, imágenes suspendidas y elementos performáticos, y que lleva a los visitantes a un espacio de sublimación y extrañamiento. Una reflexión sobre el espacio personal y el cuerpo como lugar de ensayo que cuestiona la condición humana en una era hiperconectada.
El ciclo del Espai 13 para el curso 2016-2017 presenta, bajo el comisariado de Jordi Antas, trabajos artísticos realizados desde la periferia de los circuitos habituales del arte contemporáneo en Barcelona. Un pie fuera. Expediciones y diásporas reflexiona sobre aspectos de pertenencia y ruptura de un contexto artístico. Las propuestas parten de procesos y preguntas de lo que se forma en la distancia y de lo que tiene retorno.
Seis exposiciones de artistas que trabajan o han trabajado en otras ciudades y que comparten actitudes similares: explorar desde la incertidumbre relaciones que se establecen en sus entornos para poder ofrecer una visión más plural y liberada. Todos los artistas que participan en el ciclo oscilan entre la performatividad y la implicación del público, la ficción y las situaciones imprevistas. Una mirada de diáspora artística.
La Galería Elvira González presenta una exposición individual de Joan Miró (1893-1983), referente fundamental de las vanguardias históricas del siglo XX. Esta muestra, la segunda dedicada al autor en la galería, esta compuesta por dos pinturas, diez esculturas realizadas entre los años 70 y principios de los 80 y cinco obras sobre papel. Esta selección incluye obras que se exponen por primera vez.
La exposición se realiza conjuntamente con la familia Miró y la Successió Miró. En ella se hace patente el interés de Miró por la naturaleza, por los objetos cotidianos y por los utensilios vistos como fuente de inspiración poética.
Las primeras esculturas datan de 1930. El artista las denominó construcciones y assemblages. A partir de 1966 Miró realizará esculturas de forma sistemática hasta el final de su carrera, realizando más de 400, prácticamente todas ellas en bronce.
La muestra incluye diversas esculturas en las que el artista recrea, con su lenguaje poético único, un universo enigmático de seres teatrales, como en el caso de Gymnaste (1977), Jeune fille à l’étoile (1977), Danseuse (1981) o Le Chanteur d’opéra (1977). Para componerlas, Miró otorga a objetos cotidianos, tales como sillas, perchas o instrumentos de cocina, una nueva personalidad. El Chanteur Mongol (1971) recoge el timbre de la casa de Miró que sobre una masa de arcilla con un orificio inferior evoca una figura femenina.
El taller de Miró estaba poblado de múltiples objetos que muchas veces, combinados de forma aleatoria, concluían en una escultura. Como escribe Jacques Dupin, amigo y biógrafo de Miró: “Todo empieza con una recolección súbita. Miró se escabulle fuera del taller como una sombra y vuelve cargado como un ganapán […] es el tesoro secreto de un vidente, el yacimiento de una riqueza infinita de objetos insignificantes donde Miró reconoce los suyos”. Así el artista, como también recuerda Dupin, “a veces se extasiaba ante lo que para mí era invisible
Es el caso de la escultura de más de tres metros de altura titulada Souvenir de la Tour Eiffel (1977) uno de los ejemplos más claros de una obra realizada tras un proceso de reflexión, donde las sucesión de ideas, variaciones, añadidos y assemblage de objetos que se encontraban en el estudio del artista se convierten en una escultura. De esta obra existen múltiples dibujos preparatorios y fotografías del estudio donde se ven los elementos de la obra apoyados en las paredes, en el suelo… Una escultura realizada con una lámpara de mimbre que se apoya sobre cuatro patas cuya pantalla ha sido sustituida por la figura de un cabezudo, concretamente la cabeza de Groucho Marx. Una horca de madera como una peineta remata la pieza que a sus pies tiene una caja repleta de tubos de pintura usados y cables… Todos estos objetos son fundidos posteriormente en bronce. El resultado, una figura lúdica y simbólica, un personaje enigmático que para Miró es el recuerdo de la Torre Eiffel y evoca al los castellets catalanes y los personajes de gigantes y cabezudos que tanto le gustaban.
Tal y como él mismo escribió en una carta a su marchante de Nueva York Pierre Matisse en 1936: “Me siento atraído por una fuerza magnética hacia un objeto, sin premeditación alguna, luego me siento atraído por otro objeto que al verse ligado al primero produce un choque poético, pasando antes por ese flechazo plástico, físico, que hace que la poesía te conmueva realmente y sin el cual no sería eficaz”.
La selección de la exposición se completa con pinturas y dibujos como Oiseau, étoiles (1977), Composition (1976) o Homme, femme et oiseaux dans la nuit (1970). Algunas de estas obras se exponen por primera vez.
El CA2M Centro de Arte Dos de Mayo de la Comunidad de Madrid muestra una pieza de escala monumental, High-Rise, de Sergio Prego que supone un gesto artístico específicamente concebido para investigar las potencialidades del nuevo espacio expositivo de tres plantas de altura abierto en el corazón del museo en la primera fase de Acupuntura. La arquitectura del CA2M en transición. La exposición de Prego se podrá ver desde el 3 de enero hasta el 26 de febrero de 2017.
A medio camino entra la escultura y la arquitectura, High-Rise está formada por diferentes módulos de forma geométrica regular: una serie de tetraedros realizados con membranas neumáticas de plástico transparente que habitan el espacio del museo. La monumentalidad de la obra contrasta con la inmaterialidad y la ligereza de su material: su forma ejerce presión sobre el enorme espacio al tiempo que su apariencia efímera subraya su carácter de instalación específica y temporal. Prego experimenta de este modo sobre la ocupación del espacio y pone en cuestión la materialidad del objeto artístico a través de una performatividad implícita en su colocación en el espacio. El espectador puede transitar entre los elementos que forman las piezas, puede circularlas, contemplarlas, en un ejercicio que tiene la flexibilidad fenomenológica de la escultura minimalista, realizada para ser leída por el cuerpo del espectador en su recorrido, utilizando la repetición seriada de elementos iguales como una forma de medida o un mecanismo de interpretación del espacio circundante en el que la escultura se inserta.
Sergio Prego toma como referencia la arquitectura de membranas inflables de finales de los años 60, donde el sentido utópico de una arquitectura efímera y móvil se transformaba en una experiencia de extrañamiento máximo para su visitante. El título de esta exposición, High-Rise, remite a una novela de J. G. Ballard, escritor británico de la ciencia ficción, que trata de una ciudad vertical utópica que desciende a la distopía a través de una psicosis colectiva fruto de su aislamiento con respecto al exterior.