Desde hace seis años, Museo ABC y Fundación Banco Santander apuestan por apoyar el arte contemporáneo con el programa Conexiones, que posibilita la creación de un proyecto expositivo inédito tomando como punto de arranque la selección de unas obras de sus respectivas colecciones. En su XIV edición, Conexiones presenta un proyecto de Chema López (Albacete, 1969), quien ha seguido una lógica irónica solicitando páginas del periódico y un dibujo de Francisco Ugalde al Museo ABC y una colección de monedas contemporáneas a la Colección Banco Santander.
La ilusión y el miedo tiene como eje central una reflexión de fondo sobre la paradójica dualidad de las imágenes: por una parte su indudable potencial como herramientas de conocimiento, y por otra su capacidad para la manipulación y el engaño.
El punto de partida pone en relación la película El cebo (1958), de Ladislao Vajda, con el ensayo clásico de la teoría del arte Arte e ilusión, de E.H. Gombrich, gestado a partir de unas conferencias que posteriormente se publicarían en formato de libro -al tiempo que se rodaba y estrenaba la película-, entre 1957 y 1960. De este modo, las obras de la exposición mezclan imágenes pertenecientes a ambos con otras que, por alusión o encuentro inesperado, enriquecen la lectura inicial sobre el estatus de la imagen, haciendo continuas alusiones a la cultura y el contexto sociopolítico de la década de los cincuenta en nuestro país.
CaixaForum Madrid acoge El Mundo de Giorgio de Chirico. Sueño o realidad, una exposición que recorre las principales fases creativas de Giorgio de Chirico y retrata la continua investigación de la idea artística, marcada por una constante búsqueda en el plano iconográfico y simbólico capaz de crear una continuidad de la tradición artística italiana en el arte. Este empeño de continuidad fue uno de los elementos que determinó su posición destacada en el arte internacional, sobre todo en su influencia en el movimiento surrealista y en otros grandes artistas y escritores de la primera mitad del siglo XX.
La obra de Giorgio de Chirico (Volos, 1888 - Roma, 1978) se caracteriza por una incesante investigación en diferentes planos: desde su periodo metafísico inicial, en la década de 1910, el trabajo por el que más se le conoce, en el que muestra su personal transformación del arte clásico mediante sus enigmáticas plazas de arquitectura renacentista, pasando por los temas iconográficos de las décadas de 1920 y 1930, sus investigaciones técnicas sobre la pintura de los grandes maestros durante la década de 1940, hasta su periodo neometafísico entre 1968 y 1976.
La exposición incluye las pocas esculturas realizadas por De Chirico a partir de 1940, en terracota y en bronce, con ediciones limitadas producidas posteriormente entre 1968 y 1970. A través de la escultura, De Chirico daba forma concreta a sus invenciones metafísicas, e inmortalidad al relato mitológico. El artista especificó: “Si una escultura es dura, no es una escultura. Una escultura tiene que ser suave y cálida; como tal, no solo tendrá toda la suavidad de la pintura, sino también todo su colorido. Una escultura bella siempre es pictórica.” En la muestra también se expone su escultura monumental El arqueólogo, de 1968, que constituye el punto de referencia central de toda la propuesta.
Con motivo del centenario de la visita más larga que Picasso realizó a Barcelona, después de instalarse definitivamente en París en 1904, el Museu Picasso ha organizado 1917 Picasso en Barcelona, una exposición que, más allá de su carácter conmemorativo, aporta nuevos datos a la cronología vital i creativa del artista.
En junio de 1917 Picasso llegó a Barcelona acompañando a los Ballets Rusos de Diáguilev. Iba siguiendo a una de sus bailarinas, Olga Khokhlova, a quien había conocido en abril en Roma, donde estaba instalado para trabajar en el diseño de los decorados y figurines del ballet Parade.
La pareja permaneció en Barcelona hasta mediados de noviembre, en la estancia más larga del artista en nuestra ciudad desde que la abandonara en 1904 para instalarse en París. Las actuaciones de los Ballets Rusos en junio y en noviembre, tras su paso por Madrid, y la presencia de Picasso fueron comentadas y celebradas en la prensa local y en los medios artísticos e intelectuales de la ciudad. El artista recibió diversos homenajes organizados por sus amigos de juventud y participó activamente en los eventos culturales de la ciudad.
Esta exposición quiere mostrar cómo Picasso se reencuentra con una Barcelona dotada de un rico ambiente cultural, muy diferente de la que dejó, y cómo se relaciona con los artistas locales, cuáles son sus paseos turísticos y sus ratos de ocio, así como su producción artística, particularmente fecunda en este período. Durante este paréntesis barcelonés, Picasso, lejos del ambiente opresivo de un París en guerra y lejos de los círculos cubistas, pudo trabajar libremente en busca de nuevas formas de expresión. Es un momento de transición estilística en la obra de Picasso que se prolongará en los años inmediatamente posteriores, cuando las fuentes clásicas se alternan en plena libertad con los logros del cubismo.